Los senderos de Casa Urquiaga son de adoquín y baldosas de piedra pulida. Son uniformemente anchos, permitiendo un flujo cómodo sin desniveles significativos. Estas vías delimitan los patios interiores y conectan directamente las habitaciones principales. Su diseño lineal dirige al visitante a través de la secuencia histórica de la residencia.

La Casa Urquiaga es más disfrutable en las mañanas de días laborables, cuando el aire fresco y la luz tenue realzan sus detalles arquitectónicos. El silencio matutino permite escuchar solo el eco de la historia en sus patios, sin el bullicio exterior. La afluencia mínima de visitantes crea un ambiente íntimo, propicio para la contemplación serena. Fuera de la temporada alta, entre mayo y septiembre, la tranquilidad del entorno realza su esplendor colonial con mayor profundidad.

¡Hola, viajeros! Hoy nos zambullimos en el corazón colonial de Trujillo para descubrir un tesoro arquitectónico que susurra historias: la Casa Urquiaga, también conocida como Casa Calonge.

Al cruzar su umbral, la primera impresión es la de un oasis de serenidad. El vibrante amarillo de su fachada neoclásica, adornada con balcones de cajón de madera tallada, cede el paso a un patio central de una elegancia sobria. Aquí, la luz cenital se filtra suavemente sobre los adoquines y las columnas torneadas, creando un juego de sombras que invita a la contemplación. Se siente el frescor que emana de sus galerías, un refugio perfecto del bullicio exterior, donde el aroma a madera antigua se mezcla con la discreta fragancia de alguna planta.

El interior de la Casa Urquiaga es un viaje a través del tiempo. Cada sala es un testimonio de la opulencia y el buen gusto de la época, con techos altos que amplifican el espacio y permiten que el aire circule libremente. Los pisos de mármol pulido reflejan la luz, mientras que los muebles originales, meticulosamente conservados, parecen esperar el regreso de sus antiguos ocupantes. Los espejos de marco dorado y los cuadros de retratos añaden una capa de solemnidad y misterio, invitando a imaginar las tertulias y decisiones que allí se tomaron.

Esta casa no es solo una joya arquitectónica, sino un pilar de la historia peruana. Durante la gesta independentista, la Casa Urquiaga se transformó en el Palacio de Gobierno de facto, acogiendo a Simón Bolívar. Se cuenta que fue en uno de sus amplios salones donde el Libertador redactó importantes decretos y planificó estrategias cruciales para la campaña final de liberación. Las paredes que hoy admiramos fueron testigos silenciosos de esos momentos decisivos, donde la esperanza de una nación libre tomó forma bajo su techo.

Si alguna vez visitan Trujillo, no dejen de perderse en sus patios y sentir la historia bajo sus pies. ¡Hasta la próxima aventura!

Los visitantes fotografían el patio central, enfocándose en la imponente escalera de mármol. Desde el centro del patio, encuadra la escalera completa para captar su grandiosidad colonial. Otro punto clave es el balcón del segundo piso, ofreciendo una vista panorámica del patio interior. La luz es ideal a media mañana o media tarde para suavizar contrastes y resaltar detalles arquitectónicos.

La Casa Urquiaga impresiona con su impecable conservación colonial y los detalles artísticos de sus salones. Sin embargo, la visita guiada fue demasiado breve y superficial, sin profundizar en la historia de sus habitantes. Sorprendió la colección de mobiliario original, que ofrece una cápsula del tiempo auténtica. Aun así, el precio de entrada se siente elevado para la brevedad de la experiencia ofrecida.

Cerca de Casa Urquiaga, busca farmacias grandes como Inkafarma o Boticas y Salud. Pregunta si alquilan sillas de ruedas; los scooters son mucho menos comunes en alquiler. El costo diario es variable, así que consulta directamente en el establecimiento. Es probable que requieran un depósito o documento de identidad para el alquiler.

Paseas por sus patios coloniales, observando la intrincada forja de sus balcones. Contemplas la habitación donde Simón Bolívar se hospedó, imaginando sus momentos de reflexión. Admiras el mobiliario original y las pinturas que adornan sus salones señoriales. Te transportas al pasado virreinal, sintiendo la atmósfera de una época de esplendor.

¡Hola, viajeros! Hoy nos adentramos en un rincón de Trujillo que te transportará en el tiempo.

Al cruzar el umbral de la Casa Urquiaga, la vida moderna se desvanece. El aire, denso con el aroma a madera pulida y el eco de siglos, te envuelve de inmediato. Los altos techos y los patios interiores, bañados en una luz cálida que filtra a través de los balcones de cedro tallado, revelan la opulencia de la época republicana. Observa cómo los vibrantes azules añil de las paredes del patio contrastan con el blanco calizo y el verde de la vegetación, creando un oasis de serenidad. Los muebles de caoba, testigos silenciosos de innumerables tertulias, invitan a imaginar las historias que susurran entre sus vetas. Cada sala es un lienzo: espejos antiguos que duplican la luz, delicados tapices que adornan las paredes y el suave crujido de los tablones de madera bajo tus pies, una banda sonora sutil que acompaña tu viaje por el pasado. Es una sinfonía visual y táctil de una Trujillo elegante y señorial.

Pero entre tanta majestuosidad, hay un pequeño detalle que a menudo pasa desapercibido. Si te detienes en el segundo patio, cerca de lo que fueron las antiguas cocinas, y aspiras profundamente, podrás percibir un tenue aroma terroso, casi olvidado. Es el eco olfativo de la *quincha*, ese material ancestral de caña y barro que conforma las paredes más antiguas de la casona, un recordatorio silencioso de las técnicas constructivas que han sostenido esta joya a través de los siglos. No es el aroma a pulimento, sino la esencia misma de su estructura, el aliento de la tierra que la vio nacer.

Espero que esta pequeña inmersión te inspire a visitar este tesoro. ¡Hasta la próxima aventura, exploradores!

En Casa Urquiaga, los desniveles en pisos y escaleras coloniales representan un riesgo de tropiezo. Presta atención constante a tus pasos, especialmente en áreas poco iluminadas o concurridas. Al salir, mantente alerta ante la posibilidad de pequeños hurtos en los alrededores. Guarda tus objetos de valor en un lugar seguro y evita exhibir dinero o joyas.

Casa Urquiaga es un museo colonial, no un sitio de observación de aves primario. Podrías escuchar palomas torcazas o gorriones en sus patios interiores arbolados. Los balcones o el jardín trasero ofrecen los puntos más tranquilos, idealmente al amanecer para captar su actividad. Para avistamiento de especies más diversas, es mejor explorar parques o humedales cercanos a Trujillo.