¿Alguna vez has querido sentir la historia bajo tus pies? Chiang Saen, en Chiang Rai, es ese lugar. Imagina el aire, denso y húmedo, cargado con el aroma de la tierra mojada después de una lluvia y un dulzor lejano de incienso quemándose. Cuando llegas, el primer sonido que te envuelve es el murmullo suave del viento entre las hojas de los árboles antiguos, casi un susurro de siglos pasados que te habla directamente. Caminas, y la tierra bajo tus sandalias es suave, pero sientes la presencia de algo mucho más sólido, algo que ha estado allí por siempre, esperando que lo descubras.
A medida que te adentras en las ruinas, tus manos buscan instintivamente las paredes de ladrillo centenario. Sientes la textura áspera y fría de la piedra, cada grieta contando una historia, cada hueco un eco. Escuchas el crujido de las hojas secas bajo tus pies y el canto de los pájaros que han hecho de estos monumentos su hogar. Pero ojo, el suelo aquí es un mosaico de adoquines desgastados y tierra. A veces, después de una lluvia o en las zonas más sombrías de los templos, los caminos de piedra pueden volverse sorprendentemente resbaladizos. Siente cada paso, sé consciente de dónde apoyas el pie; no querrás tropezar con una raíz expuesta o un desnivel inesperado que la naturaleza ha reclamado.
Luego, la inmensidad del río Mekong. Escuchas el chapoteo suave del agua contra los botes de cola larga, el llamado lejano de los vendedores y el eco de las conversaciones a lo largo de la orilla. El aire aquí es más fresco, con un leve olor a río y, a veces, el aroma ahumado de alguna barca pasando. La gente es amable, sonrisas por doquier. Te sentirás acogido, como si formaras parte de su día a día. Pero como en cualquier lugar con visitantes, a veces la amabilidad puede esconder una intención. Si alguien te ofrece una "oferta especial" para un tour o te insiste demasiado en llevarte a un lugar, confía en tu instinto. A veces, lo que parece un gran trato para un taxi o una excursión puede ser un precio inflado o un desvío innecesario. Un simple "no, gracias" firme suele ser suficiente.
Cuando el hambre aprieta, los mercados locales son una fiesta para los sentidos. El aroma del curry recién hecho se mezcla con el dulzor de las frutas tropicales y el toque picante de las especias. Escuchas el chisporroteo de la comida en los woks, el parloteo animado de los vendedores. Prueba de todo, ¡es delicioso! Pero un consejo de amiga: si un puesto se ve demasiado vacío o la comida no está recién hecha, es mejor buscar otra opción que tenga más movimiento. Y al pagar, sé consciente. A veces, en el ajetreo, pueden darte el cambio incorrecto. No es malicia, solo distracción, pero siempre revisa antes de irte. Y si alguien te aborda con una historia triste o una "oportunidad única" para comprar algo, sé escéptico. Lo más probable es que sea una estafa común que busca aprovecharse de tu buena fe.
Para moverte, puedes sentir la brisa en un tuk-tuk o el traqueteo suave de una moto. Ambas son experiencias, pero recuerda: las calles, especialmente fuera del centro, pueden tener baches o gravilla suelta. Si caminas por la noche, aunque las calles principales están iluminadas, algunos callejones o zonas de templos pueden ser muy oscuros. Lleva una linterna pequeña en tu teléfono, te servirá para ver mejor dónde pisas. Y siempre, siempre, presta atención a tu entorno. Los adoquines pueden ser traicioneramente resbaladizos si están mojados, y los bordillos, irregulares. Es solo cuestión de estar presente, no de preocuparse. Disfruta de la experiencia de sentir cada textura, cada sonido, pero con los sentidos bien alertas.
Chiang Saen te envuelve, te invita a sentir su historia y su presente. Es un lugar para sumergirse, para dejar que tus sentidos te guíen. Disfrútalo, vívelo con cada fibra de tu ser, y verás que es una experiencia inolvidable. Solo recuerda escuchar a tu cuerpo y a tu instinto, ellos son tus mejores guías.
¡Hasta la próxima aventura!
Olya de las callejuelas