Los senderos principales son amplios y están pavimentados con asfalto liso. Presentan desniveles mínimos, garantizando una accesibilidad universal. Estas vías entrelazan sistemáticamente las distintas áreas del parque, como estanques y jardines temáticos. Su trazado forma circuitos intuitivos que invitan a un recorrido fluido y continuo.

El Parque Doña Casilda Iturrizar se revela óptimo durante las mañanas templadas de primavera o inicios de otoño. El aire es nítido, con fragancias de flora y la fresca bruma de las cascadas. Predominan los cantos de aves y el fluir discreto del agua, con la ciudad apenas como un eco lejano. La concurrencia es serena: paseantes locales y algunas familias disfrutan de su quietud.

¡Hola, exploradores! Hoy os llevo a un rincón inesperado de paz en el corazón de Bilbao.

El Parque de Doña Casilda Iturrizar, conocido como "Parque de los Patos", es un oasis victoriano que respira historia y sosiego. Sus senderos serpenteantes invitan a perderse entre una arboleda centenaria, donde castaños, plátanos y tilos tejen una bóveda verde que filtra la luz solar en motas danzantes. El aire aquí huele a tierra húmeda y a la promesa de un respiro urbano. El corazón del parque es su estanque, un espejo de agua donde patos, cisnes y gansos deslizan sus figuras, creando una sinfonía de graznidos y chapoteos. Recuerdo una tarde, un niño pequeño, con los ojos llenos de asombro, compartiendo su pan con patos curiosos; la pura alegría en su rostro, esa conexión espontánea con la naturaleza urbana, te hace entender por qué este rincón es tan valioso. Más allá del estanque, el elegante kiosco de música espera silencioso, testigo de innumerables melodías y risas. Las pérgolas cubiertas de rosales trepadores ofrecen un refugio fragante, mientras las fuentes murmuran una banda sonora constante. Es un lienzo vivo de la vida bilbaína, donde el tiempo parece ralentizarse.

¡Hasta la próxima aventura!

El estanque central, con sus cisnes y la pérgola, invita a la foto. Desde los puentes, busca la simetría de los senderos arbolados y los reflejos. La mejor luz se consigue una hora antes del atardecer, suave y cálida. Esta iluminación realza la profundidad del follaje y las texturas de la mampostería.

Su diseño decimonónico ofrece un remanso de paz inesperado junto al bullicio urbano. Sin embargo, el estanque de los patos, eje central, mostraba signos de mantenimiento deficiente. La inesperada pajarera victoriana, repleta de aves exóticas, fue un auténtico descubrimiento.

Para alquilar una silla de ruedas o scooter cerca del Parque Doña Casilda, las ortopedias especializadas son la mejor opción. Ortopedia Sarria (Alameda de Recalde, 52) es una alternativa cercana, aunque muchas farmacias grandes también ofrecen este servicio. El proceso es sencillo pero se recomienda reservar; una silla manual cuesta unos 8-12€/día, mientras que un scooter es considerablemente más caro y requiere fianza. Confirmar disponibilidad y condiciones por teléfono antes de ir es esencial para asegurar el equipo deseado.

Paseas entre parterres geométricos, bajo la sombra de árboles centenarios. Observas el reflejo de los patos en el estanque, o el vuelo de los cisnes bajo el puente. Encuentras un banco discreto para leer, o te detienes junto a la pérgola para escuchar el silencio. El aire fresco te envuelve, alejándote del bullicio urbano sin salir de la ciudad.

¡Hola, amantes de los rincones con encanto!

El Parque de Doña Casilda Iturrizar, el "Pulmón de Bilbao", es más que un simple espacio verde; es una sinfonía de sensaciones. Al cruzar sus verjas, el bullicio urbano se disipa, reemplazado por el suave murmullo de las hojas bajo tus pies y el arrullo distante de los patos en el estanque. La luz se filtra entre las copas centenarias de plátanos y tilos, pintando patrones cambiantes sobre los caminos de grava. El aire, fresco y húmedo, trae el aroma sutil de la tierra mojada y, en primavera, el dulzor de las flores. Los puentecillos de piedra invitan a cruzar el agua, donde cisnes y patos deslizan elegantes, reflejando el cielo cambiante. Cerca, el templete de música, de hierro forjado, parece esperar una melodía, un eco de antiguas tardes de paseo. Cada banco de hierro forjado invita a la pausa, a observar la vida lenta del parque. Los niños persiguen palomas, sus risas resonando entre los arbustos bien cuidados. Es un refugio atemporal, un lienzo vivo donde la naturaleza y la historia bilbaína se entrelazan con una elegancia serena.

Pero hay un detalle que pocos notan: en las primeras horas de la mañana, antes de que el parque despierte del todo, un pequeño grupo de artistas locales se congrega cerca del rosedal, en un rincón semi-oculto. Allí, en un silencio casi reverencial, capturan con sus lienzos la luz naciente que baña las rosas, un ritual matutino que transforma el parque en un estudio al aire libre, efímero y mágico.

¿Conocías este secreto de Doña Casilda? ¡Cuéntame en los comentarios! ¡Hasta la próxima aventura!

En zonas concurridas, los carteristas son un riesgo real; asegura tus pertenencias y no las exhibas. Presta atención a los senderos húmedos o adoquinados, especialmente cerca del estanque, para evitar caídas. Tras el anochecer, la iluminación es limitada en ciertas zonas; evita los caminos menos transitados por seguridad. Mantén siempre la vigilancia activa de tu entorno para disfrutar plenamente sin contratiempos.

Sí, los amantes de las aves disfrutarán del Parque Doña Casilda, que alberga gorriones, palomas torcaces y mirlos. Se avistan ánades reales en el estanque, donde también se escucha el canto del petirrojo. Las zonas más tranquilas para la observación se encuentran alrededor del estanque y en los senderos menos concurridos. Las primeras horas de la mañana o el atardecer ofrecen la mayor actividad aviar.