¡Hola, amigo! Me preguntaste qué se *hace* en Fasouri Watermania, y la verdad es que no es solo "hacer", es más bien "sentir" y "vivir". Deja que te lo cuente como si estuviéramos allí.
Imagina que llegas. No es solo un lugar, es una sensación que te envuelve. Aún no ves el agua, pero ya la sientes en el aire, fresca y prometedora. Escuchas una mezcla vibrante de risas lejanas, el eco de salpicaduras y una música suave que te invita a dejarte llevar. El sol ya te acaricia la piel, y sabes que estás a punto de sumergirte en algo grande. El aroma a protector solar se mezcla con un toque de dulzura, como si el aire mismo estuviera contento.
Para llegar, lo más sencillo es ir en coche; tienen un aparcamiento enorme y fácil de encontrar. Si no tienes coche, hay autobuses que conectan Limassol con el parque. Las entradas las puedes comprar online con antelación para evitar colas, o directamente en la taquilla. Hay diferentes tipos de tickets, así que echa un ojo a la web para ver cuál te conviene más.
***
Una vez dentro, el ambiente te empuja suavemente. Caminas hacia los vestuarios, donde el sonido del agua ya es más cercano, más real. Sientes el suelo ligeramente húmedo bajo tus pies descalzos, una promesa de lo que viene. Dentro, te envuelve un olor limpio a cloro, pero no de ese que pica, sino del que te dice "¡vamos a jugar!". Te cambias, dejas tus cosas en una taquilla (son de pago, pero muy seguras y fáciles de usar, con tu pulsera magnética) y, ¡listo! Ya estás en tu bañador, listo para la aventura.
Al salir, el parque se abre ante ti. No te abrumes, está bien señalizado. Hay zonas con césped para tumbarte, y otras con tumbonas alrededor de las piscinas. Los caminos están hechos para que no te resbales, y siempre hay socorristas a la vista. Es un lugar donde puedes moverte con libertad, pero también encontrar tu rinconcito si lo necesitas.
***
Imagina esto: te dejas caer en un flotador, tu cuerpo se relaja por completo. El agua te mece suavemente mientras te dejas llevar por la 'Lazy River'. Sientes el sol en tu piel, el murmullo del agua a tu alrededor, y el aire fresco en tu cara. Es como si el tiempo se detuviera, un momento de pura calma antes de la emoción. Luego, de repente, la adrenalina te llama. Te deslizas por un tobogán, el viento te golpea la cara, el corazón te late con fuerza mientras sientes la velocidad. Puede ser un tobogán oscuro, donde la oscuridad te envuelve antes de que un chorro de agua te reciba con un chapuzón final, o uno abierto, donde ves el cielo mientras giras y giras, sintiendo el rocío en tu piel. La piscina de olas es otra historia: el sonido de las olas rompiendo te envuelve, sientes cómo el agua te empuja y te arrastra suavemente, como si estuvieras en el mar.
Hay toboganes para todos los gustos, desde los más suaves para los que solo quieren un chapuzón, hasta los más extremos que te harán gritar de emoción. Presta atención a las señales de altura y peso en cada atracción; están ahí por tu seguridad. Y un consejo: si vas en temporada alta, ve a los toboganes más populares a primera hora o a última para evitar las colas más largas.
***
Después de tanta emoción y chapuzones, el cuerpo te pide un respiro. Te acercas a las zonas de comida, y el aroma a patatas fritas y pizza recién hecha se mezcla con el omnipresente olor a cloro. Sientes el calor del sol en tu piel mientras te secas, y el frío de una bebida refrescante que te rehidrata. Hay mesas y sillas para que te sientes, te relajes y recargues energías. Es el momento de sentir la satisfacción de un día lleno de aventuras, con los músculos un poco cansados pero el espíritu renovado.
En cuanto a la comida, hay varias opciones: desde hamburguesas y perritos calientes hasta ensaladas y frutas. Los precios son razonables para un parque acuático. No esperes alta cocina, pero sí algo que te sacie y te dé energía para seguir. Antes de irte, puedes usar las duchas para quitarte el cloro y sentirte fresco de nuevo. Son sencillas pero funcionales. Al salir, el ruido del parque se va atenuando, y te queda esa sensación de cansancio agradable, con la piel un poco pegajosa por el protector solar, pero el recuerdo de la risa y la velocidad grabado en tu memoria.
¡Espero que te sirva para sentirlo casi como si ya estuvieras allí!
Un abrazo desde la carretera,
Clara del Camino