Los senderos en Cerro Campanario son principalmente de tierra compactada y gravilla. Su anchura varía de estrecha a moderada, facilitando el paso con ascensos graduales. Presentan tramos con pendientes pronunciadas, mitigadas por un trazado en zigzag. La ruta está bien definida, guiando al caminante progresivamente hacia los miradores cimeros.

El Cerro Campanario revela su magia óptima al inicio del otoño. El aire es templado y puro; solo se percibe el murmullo lejano de aves. Los pocos visitantes observan en silencio, absortos en la paleta cromática. La atmósfera es íntima, facilitando una conexión profunda con la vista panorámica.

¡Hola, viajeros! Hoy les llevo a uno de los miradores más impactantes de la Patagonia.

El suave ascenso en telesilla hacia la cima del Cerro Campanario es una promesa que se cumple con creces. A medida que la silla se eleva, el denso tapiz verde de coihues y cipreses se va abriendo, revelando destellos de los lagos que aguardan. La anticipación crece con cada metro ganado, el aire se vuelve más nítido y la inmensidad comienza a revelarse bajo un cielo que parece extenderse infinitamente.

Al llegar, la vista es una sinfonía visual que te envuelve por completo. La paleta de azules lacustres te deja sin aliento: el Nahuel Huapi se extiende majestuoso, un espejo gigante que refleja el cielo, mientras las aguas del Moreno y el Escondido brillan con tonalidades esmeralda. El perfil del Llao Llao emerge entre bosques densos, y en el horizonte, el imponente Tronador asoma con sus nieves eternas, un guardián silencioso de este edén andino.

Aquí, el tiempo parece detenerse. El viento patagónico, que a veces sopla con fuerza, trae consigo el aroma a pino y tierra húmeda, mientras el silencio, solo interrumpido por el canto ocasional de un ave, invita a una profunda introspección. Es un ballet de colores y texturas: el verde profundo de la vegetación, el azul intenso de las aguas y el blanco puro de las cumbres, todo bajo un cielo inmenso. La sensación es de pura conexión con la naturaleza, de ser una diminuta pieza en un cuadro magistral.

Recuerdo a una pareja de recién casados que, al llegar a la cima, simplemente se quedaron en silencio, tomados de la mano, con lágrimas en los ojos. No necesitaron palabras. La inmensidad del paisaje les había robado el aliento y les regaló un momento de conexión pura, un recuerdo imborrable para el inicio de su vida juntos. Es en esos instantes donde uno entiende por qué National Geographic lo nombró uno de los miradores con las mejores vistas del mundo.

¡Hasta la próxima aventura!

La plataforma panorámica 360° es el punto fotográfico principal. Enfoca la península de Llao Llao, el icónico hotel y los lagos Nahuel Huapi y Moreno. La mañana temprana ofrece luz nítida, reduciendo la bruma y realzando los azules del agua. Al atardecer, el sol baña las montañas de tonos dorados, perfecto para contraluces y siluetas dramáticas.

La vista 360 desde la cumbre es, sin duda, espectacular; cumple la promesa de ser "la mejor del mundo". No obstante, la masificación y el ambiente comercial en la cima deslucen gran parte de la experiencia. Sorprendió la eficiencia del teleférico, moviendo gente ágilmente pese a las filas. Pese a ello, un rincón apartado permite apreciar la inmensidad paisajística sin distracciones.

Alquiler de sillas de ruedas o scooters se gestiona en ortopedias o farmacias principales de Bariloche. Contacte Ortopedia Bariloche o Farmacia del Pueblo para verificar disponibilidad. No hay puntos de alquiler directos en Cerro Campanario; se requiere transporte desde el centro. Los precios varían; es prudente reservar con antelación y preguntar por tarifas diarias.

Se asciende en aerosilla, el aire fresco envolviendo el ascenso gradual. Desde la cumbre, la vista abraza un mosaico de lagos turquesa y picos nevados. Se distinguen claramente los brazos del Nahuel Huapi y la silueta andina recortándose en el horizonte. Un café caliente en la confitería sella la inmersión visual antes de emprender el regreso.

¡Hola, exploradores! Si buscan un rincón donde la Patagonia les hable al alma, Cerro Campanario es una parada obligatoria.

La suave ascensión en telesilla ya es un preludio, con el aire fresco acariciando el rostro y los bosques de coihues y lengas desplegándose bajo los pies como un tapiz verde oscuro. Al llegar a la cima, la vista te envuelve por completo: una paleta de azules infinitos se extiende ante los ojos. El Nahuel Huapi, con sus brazos serpenteantes y sus islas salpicadas como esmeraldas, se funde con el lago Moreno y el Perito Moreno en un abrazo acuático. Las cumbres nevadas de los Andes, guardianes silenciosos, enmarcan este lienzo natural, y la vista de Bariloche, diminuta y coqueta, completa el cuadro. No es solo una vista, es una inmersión en la inmensidad, donde el viento patagónico susurra historias antiguas y la luz juega con las texturas de la tierra y el agua. Y aquí va un pequeño secreto: la mayoría se agolpa en la plataforma principal, pero si te aventuras un par de metros más allá, por un sendero apenas marcado que se desvía ligeramente a la derecha, encontrarás un banco de madera solitario. Desde ahí, el panorama se siente aún más íntimo, enmarcado por el susurro casi inaudible de las hojas de los árboles, lejos del murmullo constante de la multitud. Es el lugar perfecto para sentir la verdadera quietud del lugar.

¿Listo para sentir la magia de Bariloche desde las alturas? ¡Hasta la próxima aventura!

Visita Cerro Campanario a primera hora o al atardecer para evitar la saturación del mirador. La cima es ventosa y el clima cambia bruscamente; lleva siempre capas de ropa y un cortavientos. Protege tu piel del sol de altura con protector solar y gafas, incluso en días nublados. Compra tu ticket del teleférico online con antelación para minimizar la espera en taquilla.

Los amantes de las aves encontrarán cóndores andinos sobrevolando y chucaos cantando en los bosques. Para observación tranquila, explore los senderos menos transitados alejados del mirador principal. El amanecer o el atardecer, especialmente en primavera, optimizan las oportunidades de avistamiento. Este entorno diverso ofrece una experiencia ornitológica valiosa y serena.