Los senderos en Potrerillos varían entre ripio compacto y tierra batida. Su ancho, generalmente de uno a dos metros, permite el paso cómodo. Las pendientes son mayormente moderadas, con tramos ocasionales más exigentes. Se entrelazan siguiendo el relieve natural, conectando miradores y áreas de descanso estratégicamente.

Potrerillos alcanza su mejor atmósfera en otoño, con un aire seco y cristalino. El sonido predominante es el viento que peina la vegetación y el suave oleaje del dique. Las visitas son menos densas, creando un ambiente de quietud y contemplación auténtica. Esta combinación invita a una inmersión profunda en la inmensidad del paisaje andino.

¡Hola, viajeros! Hoy nos zambullimos en un rincón mendocino que te dejará sin aliento.

Imagina una paleta de azules: el turquesa profundo del Embalse Potrerillos fundiéndose con el celeste infinito del cielo andino. Aquí, la majestuosidad de las cumbres, a menudo salpicadas de nieve perpetua, se espeja en una superficie líquida que invita tanto a la contemplación como a la aventura. El aire es una caricia helada y pura, cargada con el aroma terroso de la montaña y el murmullo constante del viento entre los cañadones. No hay ruidos urbanos, solo el suave lamer de las olas contra la orilla o el chapoteo de una remo lejano. Al atardecer, el sol pinta las paredes rocosas con tonos ocres y púrpuras, transformando el paisaje en una obra de arte efímera.

Recuerdo una tarde, tras una caminata exigente, sentarme en una de las playas de canto rodado. El silencio era casi audible, roto solo por el susurro del agua. En ese instante, viendo cómo la inmensidad de la cordillera se reflejaba en el lago creado por la mano humana, comprendí la dualidad de Potrerillos: un oasis de serenidad nacido de la ingeniería, un recordatorio palpable de cómo la naturaleza y el ingenio pueden coexistir para crear algo tan profundamente bello y esencial. Es un lugar que te ancla, te hace sentir parte de algo mucho más grande, y a la vez, te devuelve a ti mismo.

¿Listos para desconectar en este paraíso andino? ¡No se lo pierdan!

La gente se detiene espontáneamente en los miradores de la RP82, dominando el Dique Potrerillos. Encuadra el lago turquesa con los Andes de fondo, capturando la inmensidad del paisaje. La luz temprana de la mañana dora los picos, ofreciendo claridad y tonos suaves. El atardecer pinta el agua con reflejos intensos y sombras alargadas, ideal para contrastes.

Potrerillos ofrece un espectáculo visual con su lago turquesa y la cordillera de fondo. Sin embargo, la infraestructura turística es deficiente; el acceso público al agua es escaso y mal señalizado. Las actividades náuticas resultan caras y carecen de organización básica. La sorpresa fue encontrar vastas zonas ribereñas aún vírgenes, ofreciendo una quietud inesperada.

Para alquiler de sillas de ruedas o scooters de movilidad cerca de Potrerillos, la opción más viable es en Mendoza Capital. Busca ortopedias especializadas o farmacias grandes que ofrezcan este servicio. Es crucial contactarles previamente para confirmar disponibilidad y tarifas diarias o semanales. Los precios varían, pero una llamada te dará la información exacta.

Remas en kayak sobre el espejo de agua que refleja los Andes. Caminas senderos que serpentean entre la vegetación autóctona. Te detienes a contemplar el vasto paisaje, sintiendo la brisa andina. Experimentas la emoción del rafting en los rápidos del río Mendoza.

¡Hola, viajeros! Hoy nos zambullimos en el corazón de la Precordillera mendocina.

Imagina el Dique Potrerillos: no es solo agua, es un espejo turquesa que abraza picos ocres y nevados. La luz del sol danza sobre su superficie, transformando los tonos del azul al esmeralda con cada ráfaga de viento. El aire aquí es una caricia fresca que huele a libertad y a pino. Puedes sentir la inmensidad de las montañas, sus pliegues rocosos contando historias de millones de años. El silencio, roto solo por el suave murmullo del oleaje contra la orilla o el graznido ocasional de un ave, te invita a respirar profundo, a desconectar. No es un lugar de bullicio, sino de contemplación, donde la escala del paisaje te empequeñece y te llena al mismo tiempo. Las laderas descienden hasta el agua, creando caletas íntimas perfectas para perderse.

Pero hay un detalle que pocos notan: el aroma penetrante a jarilla después de una lluvia ligera, especialmente en los senderos menos transitados. Es un olor terroso, resinoso, que se mezcla con la frescura del aire y te ancla a la esencia misma de este desierto andino. Es la firma olfativa de Mendoza.

Así que, la próxima vez que visites, tómate un momento para sentirlo todo. ¡Hasta la próxima aventura!

Las aguas andinas de Potrerillos son gélidas; evite la hipotermia con neopreno o limitando el tiempo en la orilla. La mayoría de las zonas carecen de guardavidas; nunca subestime las corrientes y supervise a los niños de cerca. La radiación solar en altura es intensa; aplique protector solar alto factor y use sombrero, incluso con nubes. El terreno rocoso alrededor del lago es resbaladizo; use calzado antideslizante y extreme la precaución al caminar.

Potrerillos es excelente para avistamiento, con cóndores andinos planeando y el Martín Pescador Grande en la orilla. El zorzal colorado canta en la vegetación ribereña, y se avistan benteveos comunes y halcones peregrinos. Las bahías menos concurridas del embalse, como la zona de Las Compuertas o la desembocadura del arroyo Blanco, ofrecen tranquilidad. La primavera y el otoño, al amanecer o atardecer, son ideales para mayor actividad aviar.