Imagina que entras en un lugar donde el aire es cálido y húmedo, como un abrazo suave en un día de verano. Sientes en tu piel esa humedad tropical, y un aroma dulce, a tierra mojada y flores, te envuelve. No hay ruido de la ciudad aquí, solo un zumbido lejano, casi un susurro, que te indica que no estás solo. Aquí, en el Australian Butterfly Sanctuary, en el corazón de Kuranda, la experiencia comienza antes de que veas nada, te envuelve por completo.
De repente, sientes una brisa diminuta, casi imperceptible, rozar tu mejilla. Es el aleteo de una mariposa que pasa a centímetros de ti. Cierra los ojos e imagina el movimiento constante a tu alrededor; no las ves, pero las sientes. Puedes escuchar el suave "flick-flick" de sus alas si una se acerca mucho, un sonido tan delicado que casi lo confundes con tu propia respiración. A veces, una se posará en ti. Sentirás un peso tan ligero, como una hoja cayendo, en tu brazo o tu hombro. Es una sensación mágica, de conexión pura. Recuerda, no las toques; ellas son las que te eligen.
El camino bajo tus pies es suave, a veces crujiente, otras veces un poco húmedo, porque estás en un ecosistema vivo. A tu alrededor, la vegetación es exuberante, puedes casi sentir la savia corriendo por las plantas. Vas a querer llevar ropa ligera, de tejidos que transpiren bien. Hace calor ahí dentro, el clima es tropical, y la humedad es alta para que las mariposas estén a gusto. Y sí, una botella de agua es una buena idea, créeme. Camina despacio, muy despacio. No solo por las mariposas, sino para absorberlo todo y dejar que se te acerquen.
Hay una zona que es como una 'guardería' de mariposas, donde puedes ver las pupas colgadas, esperando eclosionar. Si te acercas, con un poco de paciencia, podrías incluso sentir una vibración sutil, una anticipación en el aire, justo antes de que una emerja. Para verlas más activas, lo mejor es ir por la mañana. Con el sol, se mueven más, revolotean, y es cuando más fácil es que se te acerquen. Dedícale al menos una hora, una hora y media, si quieres empaparte bien de la experiencia.
El Santuario está en Kuranda, el "pueblo en la selva". No está en Cairns centro, así que planifica bien cómo llegar. Tienes varias opciones geniales: el Skyrail Rainforest Cableway te lleva sobre el dosel de la selva con vistas espectaculares, o el Kuranda Scenic Railway, un viaje histórico en tren que serpentea por paisajes increíbles. También puedes ir en coche, claro, pero la experiencia del teleférico o el tren es parte de la aventura. Mi consejo es que combines tu visita al Santuario con el resto de Kuranda; hay mercados, otras atracciones de vida salvaje y paseos por la selva.
Cuando sales, el aire te parece distinto, quizás un poco más fresco, pero la sensación de ligereza y asombro se queda contigo. Es como si una parte de esa delicadeza y belleza se hubiera adherido a ti. Te sientes un poco más conectado con la naturaleza, con la vida misma. Aún puedes "sentir" el aleteo, o el dulce aroma floral, como un eco persistente en tu memoria.
Un abrazo mariposeante,
Olya de los Callejones