¡Hola, trotamundos! Si me preguntas cómo guiaría a un amigo por el corazón de Edimburgo, la Old Town, te diría que hay que sentirla, no solo verla. No es un museo, es una historia que late en cada adoquín.
Para empezar, te llevaría directamente a la Explanada del Castillo de Edimburgo. Imagina el viento frío de Escocia acariciando tu cara, trayendo el olor a piedra antigua y humedad. Escuchas el murmullo de la gente, pero por encima de todo, sientes la inmensidad de la fortaleza, imponente, milenaria. Desde aquí, la ciudad se abre a tus pies. Es el punto más alto de la Milla Real, y descenderla es como retroceder en el tiempo. Mi consejo: llega a primera hora, antes de que el gentío te robe la atmósfera. No necesitas entrar al castillo si no te llama mucho, la vista y el ambiente desde fuera ya son una experiencia.
Desde la Explanada, empieza a bajar por el Lawnmarket, la primera sección de la Royal Mile. Sientes los adoquines irregulares bajo tus pies, cada paso te conecta con siglos de historia. Puedes escuchar el eco de tus propios pasos, mezclado a veces con el sonido distante de una gaita. A tu alrededor, los edificios se alzan altos y oscuros, casi hablándote. Aquí, no te detengas demasiado en las tiendas de souvenirs; solo déjate llevar por el ambiente. Hay que caminar despacio, asimilando la energía de este lugar.
Al llegar a la altura de la Catedral de St. Giles, detente. Siente la frialdad de la piedra milenaria en tu mano al tocar sus muros. Por dentro, el silencio es casi palpable, solo roto por alguna pisada suave o el susurro de una oración. Es un respiro, un momento de quietud. Después, fíjate en los "closes" que se abren a los lados de la calle. Son pasadizos estrechos y oscuros, algunos húmedos y con olor a tierra mojada. Entra en uno al azar, solo unos pocos pasos. Siente cómo la luz se desvanece y el mundo exterior queda atrás. Es como asomarse a un secreto.
Ahora, un desvío que te prometo que te encantará: gira a la derecha por el puente de George IV y baja por Victoria Street. Aquí, el ambiente cambia. Los edificios son de colores vibrantes, las tiendas tienen un aire bohemio y peculiar. Puedes sentir la alegría en el aire, el bullicio de la gente. Baja hasta el Grassmarket, un espacio abierto y lleno de vida. Huele a comida de pub, a cerveza, y el murmullo de las conversaciones es una melodía constante. Es el lugar perfecto para parar a comer algo o tomar una pinta, empapándote de la vitalidad escocesa.
Una vez que hayas disfrutado del Grassmarket, vuelve a subir a la Royal Mile y continúa tu descenso hacia la parte baja, la zona de Canongate. Aquí, la Milla se ensancha un poco, y la multitud disminuye, dándote un respiro. Puedes sentir un aire más tranquilo, más residencial, aunque igual de histórico. Pasa por la Canongate Kirk, su cementerio es un lugar de paz sorprendente, con lápidas antiguas y musgosas. Es un buen sitio para un momento de introspección, lejos del bullicio. No te detengas en cada museo si no es lo tuyo; el objetivo es sentir el lugar.
Finalmente, la Royal Mile te llevará hasta el Palacio de Holyroodhouse y el Parlamento Escocés. Sientes el contraste entre la antigüedad del palacio, la residencia real, y la modernidad del parlamento, con su arquitectura atrevida. Si el día está despejado, mira hacia arriba y verás la silueta imponente de Arthur's Seat, la montaña volcánica. Siente la brisa fresca que baja de ella. Este es el final de tu caminata por la Milla Real. Si no te interesa la realeza, no hace falta entrar al palacio; la vista desde fuera y la historia que emana de sus muros ya es suficiente.
¿Qué me saltaría? Sinceramente, la mayoría de los museos muy específicos si tu tiempo es limitado, a menos que tengas un interés muy concreto. Y algunas atracciones turísticas súper masificadas que prometen "experiencias inmersivas" pero que, para mí, rompen la magia de la espontaneidad. ¿Qué guardaría para el final? Después de todo ese caminar, te llevaría a un pub acogedor en el Grassmarket o en alguna calle aledaña. Siente el calor de la chimenea, el aroma a madera y cerveza, el murmullo de las voces. Es el abrazo perfecto para terminar el día, sintiendo la Edimburgo más auténtica.
Un abrazo desde el camino,
Olya from the backstreets