¡Hola, trotamundos! Hoy te llevo a uno de esos lugares que, aunque lo hayas visto mil veces en fotos, solo puedes entenderlo cuando lo *sientes* con cada parte de tu ser. Hablo de Trafalgar Square en Londres.
Imagina que llegamos desde una calle lateral, digamos que desde Charing Cross Road, y de repente, el espacio se abre. Sientes el aire cambiar, se vuelve más amplio, más vivo. El rugido constante del tráfico londinense se transforma aquí en una sinfonía de la ciudad: el murmullo de cientos de voces, el claxon ocasional, el eco de los autobuses de dos pisos que pasan. El suelo bajo tus pies cambia de acera estrecha a una gran extensión de piedra, lisa y a veces resbaladiza si ha llovido. Alza la barbilla, aunque no veas, percibirás la inmensidad del espacio, la sensación de estar en el corazón palpitante de algo grande. Para mí, este es el mejor punto de partida: dejarte envolver por la escala antes de buscar los detalles.
Una vez que te has familiarizado con el sonido y la sensación del espacio abierto, camina unos pasos hacia el centro. Tus oídos captarán un sonido diferente: un batir de alas, un arrullo suave y constante. Son las palomas, por supuesto, las verdaderas dueñas de la plaza. No te asustes si una roza tu pierna al despegar; están acostumbradas a la gente. Justo en el centro, sentirás una presencia imponente, una torre que se eleva. Es la Columna de Nelson. Acércate, tus manos pueden tocar la base de piedra fría, sentir la textura rugosa. A su alrededor, a la altura del suelo, están los famosos leones de bronce. Si extiendes la mano, podrás sentir su piel metálica, pulida por millones de toques de turistas. Intenta palpar la melena, la pata; son enormes, y la sensación de su masa es asombrosa. Tómate un momento para sentir la escala de todo esto; te hace sentir pequeño, pero conectado a la historia.
Ahora, con la columna a tu espalda, muévete hacia las fuentes. Escucharás el inconfundible sonido del agua cayendo, un chapoteo rítmico que contrasta con el bullicio urbano. Si es un día soleado, sentirás el calor del sol en tu piel y el aire puede sentirse más fresco cerca del agua. Puedes acercarte lo suficiente para sentir la brisa húmeda que levanta el agua al caer. A veces, si el viento es fuerte, incluso puedes sentir una fina llovizna en tu rostro. Este es un buen lugar para simplemente detenerse, respirar profundamente y dejar que el sonido del agua te envuelva. Es curioso cómo algo tan simple puede ser tan relajante en medio de tanto ajetreo.
Alrededor de la plaza, sentirás la presencia de edificios majestuosos. A un lado, la imponente fachada de la National Gallery. Aunque no puedas ver las obras de arte, puedes sentir la historia que emana del edificio, la solidez de sus columnas. Siente el aire que se mueve por los arcos y las entradas. Puedes subir unos escalones (cuidado, son muchos y de piedra) y, una vez arriba, sentir la vibración del suelo bajo tus pies mientras la gente pasa. No te quedes mucho tiempo en los escalones; es un lugar concurrido. Si buscas un momento de paz, dirígete hacia la iglesia de St. Martin-in-the-Fields, al lado de la galería. Puedes entrar y sentir la tranquilidad, el olor a madera antigua y cera, y quizás escuchar el eco de un ensayo de coro o el órgano. Es un contraste maravilloso con la energía de la plaza.
Para las últimas sensaciones y un consejo práctico: si quieres sentir el pulso real de Trafalgar Square, ven al atardecer o por la noche. El ambiente cambia; las luces de la ciudad se encienden, y aunque el bullicio disminuye un poco, la energía sigue ahí. Busca un banco vacío, siéntate y simplemente escucha. Escucha las conversaciones en diferentes idiomas, el sonido lejano de un músico callejero, el eco de los pasos. Siente la brisa fresca de la noche londinense. Y un último consejo: aunque es tentador, no alimentes a las palomas. Son muchas, y te rodearán rápidamente. Si quieres una experiencia más tranquila, la mejor hora para visitar es a primera hora de la mañana, antes de que lleguen las multitudes. Te aseguro que sentirás la esencia de Londres en este rincón mágico.
¡Hasta la próxima aventura!
Olya from the backstreets