Si alguna vez te has preguntado cómo es un puerto donde la historia respira en cada ola, déjame guiarte por el Puerto Deportivo de Kaleici (Yat Limani) en Antalya. Imagina que llegas a la parte alta de Kaleici, el casco antiguo. Desde aquí, sientes un aire diferente, más salado, más vivo. Busca el punto donde el suelo empieza a descender suavemente y, de repente, la vista se abre. Es el puerto. Puedes empezar bajando por la calle que te lleva directamente al corazón del bullicio, o si prefieres una entrada más dramática, busca el ascensor panorámico. Te recomiendo esta última: el descenso es lento, y tienes tiempo para que tus oídos se acostumbren al murmullo creciente del puerto, el chapoteo del agua y el lejano grito de las gaviotas.
Una vez abajo, el aire huele a salitre, a pescado fresco y a diésel de los barcos. Escucha: el golpeteo rítmico de los mástiles contra los barcos, el grito de las gaviotas volando en círculos, el suave chapoteo del agua contra los cascos de madera. Sientes el ligero bamboleo del suelo bajo tus pies si te acercas al borde del muelle. Imagina el sol cálido en tu piel, el suave roce de la brisa marina. Pasa tu mano por las cuerdas de los barcos anclados, siente la textura rugosa, la vida marina pegada a ellas. Camina despacio por el muelle. Verás un montón de barcos de excursión, algunos con decoraciones muy llamativas, casi de cuento de piratas. Si te ofrecen un tour, y no te apetece, un "Teşekkür ederim" (gracias) con una sonrisa basta. No te sientas presionado. Mi consejo: si buscas una experiencia auténtica del puerto, concéntrate en el paseo, en la gente, en los pescadores que reparan sus redes. Los tours en barco son divertidos, claro, pero a veces te quitan tiempo para sentir el lugar.
Después de absorber la energía del puerto, empieza a subir por las callejuelas que salen de él. Verás que hay varias opciones, todas estrechas y adoquinadas. Elige una al azar, la que te llame la atención. Siente el cambio en el aire: aquí es más fresco, con toques de jazmín o buganvillas que cuelgan de los muros de piedra. Toca las piedras centenarias de las casas otomanas, algunas aún con sus puertas de madera tallada y herrajes antiguos. Siente la irregularidad del adoquín bajo tus pies, como si cada paso fuera parte de una historia antigua. En estas callejuelas, verás tiendas de souvenirs. Algunas son geniales, otras muy turísticas. Mi consejo: ignora las que tienen todo el mismo plástico brillante. Busca las pequeñas galerías de arte, las tiendas de alfombras donde puedes oler la lana y el tinte, o las joyerías con piezas de plata artesanal. Son más auténticas. Puedes saltarte las típicas imitaciones de marcas y centrarte en lo genuino. Hay un montón de gatos por aquí, así que ten cuidado donde pisas, pero también disfrútalos, son parte del encanto.
Mientras caminas, busca un lugar para sentarte. Hay muchos cafés y restaurantes con terrazas que miran al puerto o a los tejados de Kaleici. Imagina el sonido de las tazas de té chocando, el suave murmullo de las conversaciones en turco y otros idiomas. Pide un té turco (çay) o un café, o si ya es la hora, prueba unos *mezes* (pequeños aperitivos) o pescado fresco. Siente la calidez de la taza entre tus manos. Y esto es clave: guarda un poco de tiempo para el atardecer. Sube a uno de los puntos más altos de Kaleici, cerca de la Torre Hıdırlık o de algún restaurante con terraza panorámica. Para el atardecer, busca un lugar elevado. No te conformes con la primera terraza que veas; a veces, las mejores vistas están un poco escondidas. La Torre Hıdırlık es un punto clásico y muy bueno. Desde allí, el sol se oculta sobre el mar, pintando el cielo de naranjas y rosas que se reflejan en el agua del puerto. Es un momento mágico donde el bullicio del día parece calmarse un poco. Es el cierre perfecto para tu exploración del puerto.
Para moverte, lo mejor es ir caminando. Kaleici y el puerto son muy accesibles a pie. Evita las horas centrales del día en verano, el calor puede ser intenso. La mejor hora es a primera hora de la mañana, cuando el puerto empieza a despertar, o al final de la tarde, para el atardecer. Lleva calzado cómodo, vas a andar por adoquines irregulares y subir alguna cuesta. Y un pequeño truco: siempre lleva algo de efectivo para las compras pequeñas o para un té en un puesto callejero, no todos aceptan tarjeta. No te preocupes por perderte; Kaleici está diseñado para ser explorado sin rumbo fijo, y siempre acabarás volviendo al puerto o a una de las entradas principales.
Olya de los callejones