¡Hola, amigos! Acabo de regresar de Konyaalti Beach, Konyaalti Plajı, en Antalya, y tengo que contarles todo, como si estuviéramos tomando un café y te estuviera mandando un audio.
Imagínate esto: sales a la calle y el sol ya calienta la piel, pero una brisa salada y fresca te acaricia la cara. Cierras los ojos y lo primero que escuchas es el suave murmullo de las olas, un sonido constante de guijarros rodando, no la arena siseante, sino un *clink-clink* rítmico que te envuelve. Caminas unos pasos más y el olor a mar, limpio y un poco salobre, te llena los pulmones. Estás en Konyaalti, y la sensación es de amplitud, de libertad, como si el horizonte se abriera solo para ti.
Y hablando de los guijarros, ¿sabes? Cuando pones el pie descalzo, al principio es una sorpresa. No es la suavidad de la arena, es una textura firme y redonda, como un suave masaje. Algunos son pequeños, otros más grandes, y al caminar sobre ellos, cada paso es una sensación única bajo la planta del pie. Pero no te preocupes, el agua es tan increíblemente clara y fresca que compensa. Puedes ver el fondo sin problemas, y sumergirte es como entrar en un abrazo helado que te despierta cada fibra del cuerpo. Un consejo, si tus pies son sensibles, o si planeas caminar mucho por la orilla, unos escarpines o sandalias de agua son tus mejores amigos.
Y justo detrás de ti, mientras sientes el sol en la piel y el vaivén del mar, se alzan las majestuosas montañas del Tauro. No es solo una vista, es una presencia. Imagina la silueta oscura y rocosa recortándose contra el cielo azul, casi como un telón de fondo pintado, pero tan real que puedes casi sentir su imponente tamaño. Es una sensación de estar entre dos mundos: la inmensidad del mar y la solidez de la tierra, todo a la vez. Esa combinación es lo que hace a Konyaalti tan especial, te da una perspectiva diferente, una amplitud que no encuentras en muchas otras playas.
En cuanto a los servicios, la verdad es que está muy bien equipada. Hay cafés y restaurantes a lo largo de todo el paseo marítimo, y el aroma a café recién hecho o a pescado frito flota en el aire. Puedes alquilar tumbonas y sombrillas si quieres relajarte de verdad; el precio es bastante razonable y te da esa comodidad extra para no tener que preocuparte por nada. Los baños y vestuarios están limpios y son accesibles, lo cual siempre se agradece. Lo único que me sorprendió un poco es que, a veces, puede estar bastante concurrida, especialmente por la tarde. No es agobiante, pero si buscas total soledad, quizás este no sea tu lugar.
Llegar es súper fácil, puedes ir andando si te alojas cerca del centro de Antalya, o coger un autobús que te deja justo en el paseo marítimo. Y lo que más me sorprendió, de verdad, es la cantidad de gente que va a hacer ejercicio. No solo nadar, sino que ves a muchos locales corriendo por el paseo, haciendo sus estiramientos al aire libre, o incluso usando las pequeñas zonas de calistenia que hay. Hay una energía muy activa y saludable. Me encantó ver cómo se integra la vida diaria con el ocio; no es solo una playa para turistas, es parte de la vida de la ciudad. Ver a la gente disfrutando del espacio de esa forma tan natural, eso fue lo que más me llegó.
Un abrazo viajero,
Olya from the backstreets