Los senderos son de grava compactada y bien mantenida. Su anchura permite el paso cómodo de cochecitos o sillas de ruedas. El terreno presenta suaves ondulaciones, sin pendientes pronunciadas. Estos caminos forman un circuito circular que dirige a los visitantes a través de los hábitats.

El atardecer en otoño o el amanecer invernal ofrece la mejor experiencia. El aire es nítido y fresco, a menudo con el aroma de la conífera y la nieve. Se escucha el crujido de la escarcha bajo los pies o el leve susurro del viento entre los pinos. La gente se mueve con respeto, en silencio contemplativo, sin aglomeraciones.

¡Hola, exploradores del Ártico!

El Yukon Wildlife Preserve en Whitehorse no es un zoológico al uso; es una inmersión auténtica en la vida salvaje del norte. Sus vastos recintos, diseñados para replicar los hábitats naturales, te permiten observar de cerca a la fauna icónica de estas latitudes. Caminas por senderos de grava o nieve, el aire frío y puro llenando tus pulmones, mientras el silencio solo se rompe por el crujido bajo tus botas o el lejano resoplido de un bisonte.

Aquí, imponentes alces se mueven con majestuosidad entre los abetos, sus astas ramificadas dibujando siluetas contra el cielo invernal. Manadas de caribúes, con sus pelajes densos, pastan con calma, ajenos a la presencia humana, mientras bueyes almizcleros de aspecto prehistórico, con su lanudo abrigo, desafían el frío con una estoica serenidad. Los linces boreales, con sus orejas puntiagudas y ojos penetrantes, se camuflan expertamente entre la vegetación, ofreciendo fugaces encuentros que quitan el aliento.

Recuerdo claramente la mirada de un lince boreal, sus ojos amarillos fijos en nosotros desde la nieve. Nuestro guía explicó que este ejemplar había sido rescatado de una trampa ilegal, y aunque su pata se recuperó, su regreso a la vida salvaje sería incierto. Aquí, en vastos recintos que simulan su hábitat, no solo sobrevive, sino que prospera, sirviendo como embajador silencioso de la fauna ártica y recordándonos la fragilidad de su existencia fuera de estos límites protegidos. Es un santuario vital.

¡Hasta la próxima aventura salvaje!

El mirador principal junto a los grandes recintos de ungulados es un punto natural para detenerse. Enmarca a los animales con la inmensidad del paisaje montañoso yukoniense como telón de fondo. La "hora dorada", al amanecer o atardecer, ofrece una luz suave que realza texturas y colores. Evita el mediodía para prevenir sombras duras y sobreexposición.

Las vastas instalaciones naturales permitieron ver bisontes y alces en su entorno. Sin embargo, la dificultad para avistar linces o lobos hizo que algunas zonas parecieran vacías. La ruta a pie es excesivamente larga; el autobús se vuelve indispensable. Sorprendió que, pese a la amplitud, muchos animales estuvieran demasiado lejos para una observación íntima.

Para alquiler de sillas de ruedas o scooters cerca de Whitehorse, contacta Shoppers Drug Mart. Es crucial llamar con antelación para verificar disponibilidad y tarifas actuales. Los precios varían, pero espera pagar aproximadamente $20-30 CAD por día por una silla manual. Pregunta si ofrecen entrega o recogida si la movilidad es limitada.

Se camina entre vastos recintos, avistando alces y caribúes en su hábitat. La robusta presencia de los bueyes almizcleros se revela entre la nieve. Pedalear o pasear por los senderos ofrece encuentros inesperados con linces o zorros. La visita es una inmersión directa en la fauna ártica, lejos del bullicio.

¡Hola, exploradores! Hoy os llevo a un rincón donde la vida salvaje del norte se revela en su esplendor: la Reserva de Fauna de Yukón en Whitehorse.

Aquí, no hay jaulas, sino extensiones vastas que replican el hábitat natural de criaturas imponentes. El aire helado acaricia la piel mientras te adentras en senderos que serpentean entre bosques de abetos. Puedes observar de cerca la majestuosidad del buey almizclero, con su pelaje denso y mirada prehistórica, o la elegancia del alce, cuya cornamenta se recorta contra el cielo gris. Los caribúes pastan con una quietud sorprendente, y las cabras de las Rocosas se aferran a las laderas rocosas con una agilidad asombrosa. El silencio es casi palpable, roto solo por el susurro del viento entre los árboles y el ocasional llamado de un ave. Es una inmersión genuina en la tranquilidad salvaje, una oportunidad para conectar con la esencia indómita del Yukón. Pocos notan el sonido sordo y rítmico de las pezuñas de los bueyes almizcleros sobre la tierra compactada, un eco ancestral que se pierde fácilmente si no detienes la marcha y agudizas el oído, como un latido lento de la tundra.

Hasta la próxima aventura en el Gran Norte Blanco, ¡seguimos explorando!

Mantén siempre una distancia segura de la fauna; son animales salvajes y sus reacciones son impredecibles. Nunca los alimentes ni intentes tocarlos, evitarás incidentes graves. El clima subártico del Yukón presenta riesgos de hipotermia o congelación incluso en verano. Equípate con varias capas de ropa, calzado robusto y agua para tu seguridad.

Sí, aunque su foco son mamíferos, la reserva y sus alrededores boscosos ofrecen avistamientos aviares notables. Escuche la llamada melancólica del colimbo común o detecte pájaros carpinteros y rapaces. Los senderos menos transitados hacia el fondo de la propiedad o cerca de humedales son ideales. La primavera avanzada y principios del verano son óptimos para la actividad de cría y migratoria.