¿Qué se *hace* en Half Dome? Uf, no es solo "hacer", es "vivir". Imagina que el día empieza mucho antes de que el sol acaricie las cumbres. Te despiertas con el frío de la madrugada en el aire, ese que te pellizca la piel pero te despierta de verdad. Escuchas el murmullo del río a lo lejos, la promesa de un día largo pero increíblemente gratificante. Sientes la mochila en la espalda, el peso de lo esencial: agua, algo de comer, la esperanza de llegar. Cada paso inicial es suave, el aroma a pino mojado por el rocío de la noche te envuelve mientras te adentras en el bosque, y el sonido de tus propios pasos sobre la tierra húmeda te acompaña en la oscuridad que poco a poco se ilumina.
A medida que avanzas, el camino se empina. Sientes cómo los músculos de tus piernas empiezan a trabajar, un calor interno que se extiende por tu cuerpo. El aire se vuelve más fresco, más limpio, y el aroma del bosque se intensifica, mezclándose con un ligero olor a tierra seca. Escuchas el canto de los pájaros que despiertan y, a veces, el eco de una cascada lejana que te recuerda la inmensidad del valle. No hay prisa, solo la constante cadencia de tus pasos, uno tras otro, subiendo. Es un ritmo meditativo, donde cada inhalación profunda te llena los pulmones y cada exhalación te ayuda a soltar el cansancio. Lleva mucha agua y algunos snacks energéticos; el esfuerzo es constante y no hay dónde reponer.
Luego, la vegetación se aclara y llegas a la base de lo que llaman Sub-Dome. Aquí, el viento te golpea la cara con más fuerza, trayendo consigo el olor a roca calentada por el sol, incluso si aún no lo sientes directamente. Tus pies sienten la aspereza del granito, y el sonido de tu respiración es más audible, más trabajada. Levantas la vista y, por primera vez, la mole de Half Dome se alza frente a ti, imponente, casi vertical. Sientes un escalofrío que no es de frío, sino de asombro y quizás un poco de temor. Es el momento de tomar un respiro, de prepararte mentalmente para lo que viene. La vista desde aquí ya te deja sin aliento.
Y entonces, llega el tramo de los cables. Es el corazón de la experiencia. Sientes la fricción de los guantes en tus manos al agarrarte a los gruesos cables de metal. Cada paso es una escalada, tus pies buscando apoyo en las tablas de madera que se clavan en la roca. Escuchas el jadeo de otros, el roce de la ropa, el sonido metálico de los mosquetones si alguien los usa. Sientes la fuerza de tus brazos y piernas, el temblor en los músculos, la adrenalina que te recorre. La piel se te eriza con el viento que sube por la pared de granito. Es un ejercicio de pura voluntad y concentración, donde cada movimiento cuenta y la sensación de logro con cada tramo superado es inmensa. Necesitas un permiso especial para esto, se sortea con antelación, y llevar guantes es *crucial* para tus manos.
Al llegar a la cima, la sensación es de liberación. El viento es más fuerte, pero el sol, si está, te calienta la piel. Escuchas el silencio de la vastedad, roto solo por el susurro del aire. Tus pies sienten la inmensidad de la roca bajo ellos. Puedes sentarte, sentir la calidez del granito, y simplemente ser. Es un espacio abierto, sin límites, donde el olor a aire puro y a roca antigua te llena los sentidos. Es el lugar donde la perspectiva cambia, donde el mundo se ve desde arriba y te sientes pequeño y a la vez, increíblemente capaz. La recompensa es puramente interna, una mezcla de agotamiento, orgullo y una paz inmensa.
El descenso es tan largo como la subida, pero con un tipo diferente de fatiga. Sientes la presión en tus rodillas y muslos con cada paso hacia abajo. El camino que subiste con tanto esfuerzo, ahora lo recorres con la mente ya en la cena y el descanso. El olor a tierra húmeda regresa, el sonido del río se hace más fuerte a medida que te acercas al valle. Tus pies resbalan un poco en la gravilla suelta, recordándote que la concentración no puede flaquear. Es un recordatorio de que la aventura no termina hasta que estás de vuelta, seguro, con el peso de la mochila sintiéndose ahora como un logro.
Para ir, planifica con mucha antelación. El permiso para los cables se obtiene por lotería, es muy competitivo. Lo mejor es ir entre mayo y principios de octubre, cuando los cables están instalados. Empaca capas de ropa, la temperatura cambia mucho, y una linterna frontal para el inicio o final. No subestimes la distancia y la elevación; es una caminata extenuante de más de 20 kilómetros con más de 1400 metros de desnivel. Entrena con caminatas largas y con desnivel antes de ir. Empieza muy temprano, antes del amanecer, para evitar el calor y tener tiempo suficiente. Y lo más importante: lleva al menos 4 litros de agua por persona. No hay agua potable en la ruta después del inicio.
Olya from the backstreets.