¡Hola, viajeros! Hoy vamos a Murano, esa joya veneciana donde el tiempo parece fundirse con el cristal. No es solo un lugar para comprar souvenirs; es un sitio para sentir, para dejarte llevar por el brillo y la historia. Si buscas ese encuadre perfecto, ese momento que capture el alma de la isla, déjame guiarte.
Imagina que llegas en el vaporetto, el agua salada te trae un ligero aroma a mar y un eco lejano de motores. Desembarcas y tus pies pisan el adoquinado irregular. Lo primero que te atrapará, y un punto genial para esa foto, es el Ponte Longo, el puente principal que cruza el Canale dei Vetrai. Cierra los ojos un segundo. ¿Lo sientes? Estás en el corazón de Murano. A tu alrededor, casas de colores vibrantes se reflejan en el agua, como si el arcoíris se hubiera derramado sobre ellas. Escuchas el murmullo de la gente, el tintineo suave de las campanillas de las tiendas. Ponte justo en el centro del puente, mira hacia el canal principal. Tendrás a un lado el campanario inclinado de la iglesia de San Pietro Martire y al otro la hilera de edificios antiguos, algunos con fachadas que se caen a pedazos pero con una belleza innegable. La luz aquí es fantástica casi a cualquier hora, pero por la mañana, cuando el sol empieza a besar las fachadas, los colores estallan. Puedes incluso sentir el leve calor del sol en tu piel mientras las góndolas (o aquí, las barcas de los vidrieros) pasan rozando el agua.
Si sigues caminando por la Fondamenta dei Vetrai, la calle principal, te encontrarás con talleres y tiendas. No te quedes solo en la superficie. Busca un pequeño puente de madera, uno de esos que conectan las calles secundarias sobre los canales más estrechos y tranquilos. Hay varios, y son perfectos para una foto más íntima. Aquí, el sonido de los motores de las barcas se desvanece y puedes escuchar el canto de los pájaros o el lejano martilleo de algún artesano. Lo que tienes a tu alrededor son casas más modestas, ropa tendida en los balcones, macetas con flores. Es la Murano del día a día. Para una luz mágica, ven al atardecer. El sol se pone detrás de los edificios, creando siluetas dramáticas y tiñendo el cielo de naranjas y rosas que se reflejan en el agua oscura del canal. Es un momento para sentir la melancolía y la belleza de la isla.
Otra joya para tu cámara (y para tus sentidos) es la Iglesia de Santa Maria e San Donato. No solo por su interior, sino por la plaza que la rodea. El suelo es de mármol pulido, frío y liso bajo tus pies, y la fachada de la iglesia es de ladrillo antiguo, áspero al tacto. Si te colocas justo enfrente, tendrás la iglesia completa en tu encuadre, con su impresionante ábside exterior que da al canal. Lo que hace especial a este lugar, más allá de lo visual, es el silencio que a menudo lo envuelve, roto solo por el suave chapoteo del agua o el trino de las golondrinas. Es un lugar para respirar hondo. Y si te preguntas cuándo es el mejor momento, te diría que la mañana temprano, antes de que lleguen las multitudes, o al final de la tarde. La luz de la mañana resalta los detalles del ladrillo, y la luz de la tarde le da un tono dorado y majestuoso.
Y hablando de momentos, si quieres capturar la esencia de Murano, el amanecer es tu gran aliado. Imagina el aire fresco, casi frío, de la primera hora. Los canales están en calma, el agua como un espejo oscuro y brillante. Oyes solo el suave roce de las barcas de los pescadores que salen, o el lejano sonido de las gaviotas. El sol, aún bajo, se desliza entre los edificios, creando sombras largas y dramáticas. Los colores de las casas son más suaves, más pastel, y el brillo del cristal de las tiendas se enciende poco a poco. Puedes sentir la humedad en el aire, el olor a sal y a despertar. Es el momento perfecto para capturar la isla en su estado más puro, antes de que el bullicio del día lo inunde todo. Si no eres de madrugar, la última hora de la tarde, justo antes de que anochezca, ofrece una luz igualmente mágica, con los colores del cielo reflejándose en cada canal y las luces de las farolas comenzando a parpadear.
¡Hasta la próxima aventura!
Olya from the backstreets