¡Hola, explorador! Hay lugares que te abrazan apenas llegas, y el Lago di Misurina es uno de ellos. Si cierras los ojos e intentas imaginarlo, te diría que el primer lugar donde tus pies se detendrían, casi por instinto, sería en la orilla norte, justo donde el camino principal se acerca al agua. Sientes la brisa fresca que viene de la superficie, un aire puro que te llena los pulmones, diferente al de la ciudad, con un sutil aroma a pino que viaja desde los bosques cercanos. Puedes escuchar el suave chapoteo del agua contra la orilla si hay un poco de viento, o el silencio profundo que solo se interrumpe por el canto de algún pájaro o el murmullo lejano de las cascadas de las montañas. Es ahí, con la inmensidad del lago abriéndose frente a ti, donde la cámara se alza sola.
En ese punto, al levantar la vista, lo que te rodea es imponente. Delante de ti, el lago se extiende como un espejo gigante, reflejando el cielo y las majestuosas cumbres que lo custodian. A tu izquierda, notarías la silueta del Hotel Sorapiss, con su arquitectura alpina clásica, integrándose perfectamente en el paisaje. A tu derecha, la orilla se curva suavemente, invitándote a seguirla. Y directamente al frente, sintiendo la brisa que te trae el aliento de las Dolomitas, verías las famosas Tre Cime di Lavaredo, aunque aún un poco distantes, elevándose con una presencia casi mística en el horizonte. La sensación es de amplitud, de una belleza natural que te envuelve, casi como si el aire mismo fuera más denso de pura belleza.
Para capturar la magia de este lugar, el momento ideal es al amanecer o al atardecer. Al amanecer, la luz es suave, dorada, y pinta de tonos pastel las cumbres. Las Tre Cime se tiñen de rosa y naranja, y el lago está en calma, casi sin una ola, ofreciendo un reflejo perfecto de las montañas. La atmósfera es serena, casi sagrada, y la temperatura es fresca, ideal para una caminata tranquila. Al atardecer, el sol se esconde detrás de las montañas, creando un espectáculo de sombras y luces dramáticas sobre el agua y las laderas. El cielo se enciende con colores vibrantes, y la sensación es más melancólica, pero igual de impresionante. Si buscas una foto con el reflejo perfecto y la calma absoluta, el amanecer es tu aliado; si prefieres el drama y los colores intensos, el atardecer no te defraudará.
Si quieres otra perspectiva, te recomiendo caminar hacia la pasarela de madera que se adentra un poco en el lago, cerca del hotel. Ahí, sentirás el crujido suave de la madera bajo tus pies y la sensación de estar flotando sobre el agua. Desde este punto, la vista del hotel y las montañas de Sorapiss al fondo es espectacular, especialmente si el sol de la tarde las ilumina. También puedes explorar el pequeño sendero que bordea el lago, hacia el lado sur. A medida que avanzas, la perspectiva cambia, y puedes encontrar pequeños rincones con árboles que enmarcan la vista o rocas donde sentarte y simplemente absorber la tranquilidad del lugar.
Y un último consejo práctico: Misurina es un lugar de montaña, así que incluso en verano, las mañanas y noches pueden ser frescas. Lleva siempre una capa extra, un cortavientos y calzado cómodo para caminar por los senderos. El aire es tan puro que a veces parece que te da más energía, pero no subestimes el sol de montaña: un buen protector solar y unas gafas de sol son esenciales. No hay cajeros automáticos, así que lleva algo de efectivo para los pequeños cafés o tiendas de recuerdos. Y sobre todo, tómate tu tiempo. No corras. Misurina se disfruta con calma, sintiendo cada brisa, cada aroma, cada vista.
Olya from the backstreets