Los senderos de My Khe son de hormigón pulido, con dos metros de anchura constante. Su trazado es mayormente plano, con desniveles apenas perceptibles. Discurren paralelos a la costa, conectando los accesos con las áreas de servicio. Guían a los visitantes desde la carretera hasta la arena, organizando el flujo peatonal.

La mejor sensación en My Khe se experimenta de marzo a septiembre. El aire cálido y seco acaricia mientras las olas susurran suavemente. Las tardes de fin de semana vibran con energía familiar, un ambiente festivo y distendido. Al amanecer, la playa ofrece una calma profunda, solo interrumpida por el murmullo del mar.

¡Hola, viajeros! Hoy nos zambullimos en las aguas cristalinas de una joya vietnamita.

Imagina una extensión interminable de arena dorada, tan fina que se desliza entre los dedos como seda, bañada por las suaves olas del Mar de China Meridional. My Khe no es solo una playa; es una sinfonía de tonos azules y esmeralda donde el horizonte se funde con un cielo a menudo salpicado de nubes algodonosas. El aire cálido y salino acaricia la piel mientras una brisa constante mece las palmeras, invitando a la relajación. A primera hora, antes del bullicio, el único sonido es el rítmico murmullo de las olas y el ocasional chapoteo de algún madrugador. Recuerdo una mañana, justo al amanecer, ver a los pescadores locales empujar sus icónicas barcas redondas, las *thúng chai*, hacia el oleaje. No eran solo estampas de postal; era la vida cotidiana, el sustento, la conexión inquebrantable de la gente de Da Nang con su mar. Esa escena, tan auténtica, te recordaba que My Khe es mucho más que un destino turístico; es el corazón palpitante de una comunidad. A medida que el sol asciende, la playa cobra vida con bañistas, familias riendo y surfistas principiantes desafiando pequeñas olas, todo bajo el ojo vigilante de las montañas distantes que enmarcan este lienzo costero.

¡Hasta la próxima aventura!

Las dunas suaves y la vasta extensión de arena ofrecen encuadres panorámicos del litoral. Las palmeras dispersas y las icónicas barcas cestas ('thúng chai') permiten composiciones con elementos locales. El amanecer baña la playa con una luz dorada y difusa, ideal para siluetas dramáticas. Al atardecer, los tonos pastel reflejados en el agua crean una atmósfera serena y fotogénica.

Su vasta extensión sí ofrece espacio, y el acceso público es fácil. No obstante, la playa sufre de una urbanización agresiva y ruidosa detrás de la arena. La calidad del agua es variable; a menudo hay plásticos y corrientes fuertes. Inesperadamente, el amanecer revela una playa vibrante de locales haciendo ejercicio y pescando, ajena al turismo diurno.

Para sillas de ruedas, pregunta en farmacias grandes (Nhà Thuốc) o tiendas de suministros médicos cerca de la playa. Algunos hoteles de mayor categoría también podrían facilitar alquileres o conocer proveedores locales. Para scooters de movilidad, la disponibilidad es más limitada; pregunta directamente en la recepción de tu alojamiento. El precio por día para una silla de ruedas básica ronda los 100.000-200.000 VND; siempre negocia y confirma la duración.

Los pies se hunden en arena fina mientras el agua cálida roza los tobillos. Las olas suaves invitan a un chapuzón refrescante o a flotar sin prisa. Al amanecer, el cielo se tiñe de naranja mientras pescadores recogen sus redes. Se extiende una toalla para sentir la brisa marina y el sol en la piel.

¡Hola, exploradores del mundo!

My Khe Beach en Da Nang no es solo una extensión de arena; es una sinfonía de sensaciones que despierta al amanecer. Su arena, de un dorado suave y casi cremoso, se desliza entre los dedos, ofreciendo un lienzo vasto donde el Mar de China Meridional se despliega en tonos que van del aguamarina translúcido al zafiro profundo. El aire, siempre acariciado por una brisa constante, lleva el aroma salino, mientras las montañas distantes, envueltas en una bruma etérea, ofrecen un telón de fondo majestuoso. Pero si afinas el oído justo antes de que el sol pinte el horizonte, notarás un detalle que pocos perciben: el *chapoteo* y el *rasgueo* casi meditativo de los *thúng chài*, esas singulares barcas cesto vietnamitas, al ser arrastradas suavemente a la orilla por los pescadores que regresan. Es un pulso humilde, fácilmente ahogado por el murmullo de las olas, pero es el latido silencioso de la vida local que se despierta. A medida que el día avanza, la playa vibra con la risa de los niños y el siseo lejano de algún vendedor ambulante, pero ese primer sonido matutino es un secreto compartido con el mar y sus gentes. La luz cambia con las horas, transformando el paisaje, desde el brillo plateado del mediodía hasta los fuegos anaranjados del atardecer que pintan el cielo.

¡Hasta la próxima postal de aventura!

Las corrientes de resaca son un riesgo real en My Khe; nada siempre cerca de los puestos de socorristas y las banderas de seguridad. El sol tropical es extremadamente intenso; aplica protector solar alto y busca sombra entre las 11h y 15h para evitar quemaduras. Presta atención a posibles medusas, especialmente en ciertas temporadas; las señales en la playa te alertarán sobre su presencia. Mantén tus objetos de valor vigilados; el hurto menor puede ocurrir si los dejas desatendidos en la arena.

Aunque My Khe no es un santuario ornitológico, ofrece avistamientos costeros para observadores casuales. Podrías ver garcetas (canto agudo) o charranes (graznidos) buscando alimento cerca del agua. Para mayor tranquilidad, dirígete a los extremos norte o sur menos concurridos de la playa. Las mejores horas son el amanecer o el atardecer, cuando la actividad humana disminuye y las aves son más activas.