¡Hola, trotamundos! Si me preguntas por la Escuela Española de Equitación en Viena, no te voy a dar un folleto. Te voy a contar cómo lo *sientes* y cómo lo *vives*.
Imagina que llegas a primera hora de la mañana, cuando el aire todavía está fresco y el sol apenas empieza a dorar los edificios del Hofburg. No hay multitudes, solo el eco de tus pasos en el empedrado. Te acercas al picadero de invierno, el Winterreitschule. Escuchas el suave clic-clac de los cascos en el suelo arenoso, un ritmo constante que hipnotiza. El olor a heno fresco se mezcla con el aroma cálido y terroso de los caballos, y un sutil toque de cuero lustrado. Sientes la brisa ligera que se cuela por los grandes ventanales, trayendo la promesa de un día soleado. Es aquí, en el ejercicio matutino (la *Morgenarbeit*), donde la magia sucede de verdad. Los Lipizzanos, esos caballos blancos, se mueven con una gracia que desafía su tamaño, casi bailando al compás de la música clásica que suena suavemente de fondo. No hay espectáculo, solo el trabajo diario, la comunicación silenciosa entre jinete y caballo, la perfección en cada paso. Puedes sentir la concentración en el aire, la dedicación de años.
Para vivir esto, lo primero es ir al ejercicio matutino. Es la forma más auténtica de conectar con la escuela. Compra las entradas online con antelación si puedes, porque aunque es menos concurrido que las galas, se llena. La entrada te da acceso a ver el entrenamiento desde las galerías superiores. Llega un poco antes de que empiece la sesión, sobre las 9:30, para elegir un buen sitio cerca de la barandilla. No esperes asientos asignados, es de pie y te mueves por las galerías. No hay narración, solo la experiencia visual y auditiva. Es lo que yo hago siempre, es mi primera parada, porque te da una perspectiva real del esfuerzo y la belleza detrás de las demostraciones.
Luego, si tienes la suerte de asistir a una de las galas o "Demostraciones de Alta Escuela" (las *Vorführungen*), la experiencia es completamente distinta. Imagina el picadero iluminado, el público en silencio expectante. La música no es un murmullo, es una sinfonía que llena el espacio. Sientes la vibración en el suelo cuando los caballos ejecutan los "aires sobre el suelo": la levada, la courbette, la capriola. Es un despliegue de fuerza, disciplina y arte que te deja sin aliento. El aire huele a historia, a la tradición de siglos. Cada movimiento es una coreografía perfecta, y puedes sentir la tensión y la liberación en cada fibra de tu cuerpo mientras los observas. Es pura elegancia.
Si tu presupuesto y tiempo lo permiten, una de las demostraciones principales es imperdible, pero son caras y las entradas vuelan con meses de antelación. Si no consigues, o no quieres gastar tanto, el ejercicio matutino es una alternativa fantástica y mucho más accesible. Lo que yo saltaría si vas con prisa es el Museo Lipizzaner, a menos que seas un gran aficionado a la historia ecuestre. Es interesante, sí, pero si lo que buscas es sentir a los caballos, el ejercicio matutino y la vista del picadero principal son suficientes. La visita guiada a los establos (la *Stallburg*) es bonita para ver dónde viven los caballos, pero si ya has pasado por el ejercicio matutino, ya te has empapado de la esencia.
Mi ruta ideal sería esta:
1. Empieza con el Ejercicio Matutino (Morgenarbeit): Llega a primera hora, sobre las 9:30. Quédate al menos una hora, moviéndote por las galerías para ver diferentes ángulos. Absorbe el sonido, el olor, el ritmo.
2. Pasea por el Hofburg: Después, sal y date una vuelta por los patios del Palacio de Hofburg, justo al lado. Siente la grandiosidad del lugar donde se entrena a estos caballos.
3. Considera la Demostración (Vorführung) si puedes: Si tienes entradas para la gala, tómate un descanso y vuelve por la tarde. Es el gran final, la culminación de todo el entrenamiento que viste por la mañana.
4. Si no hay gala, un paseo por la Stallburg: Si te quedas con ganas de más caballos, da una vuelta por el patio de la Stallburg. No es una visita guiada, pero puedes ver un poco el ambiente de los establos desde fuera.
No te compliques con demasiados extras. La verdadera magia está en ver a los Lipizzanos en acción, sea en su entrenamiento diario o en la grandiosa performance.
¡Hasta la próxima aventura!
Olya from the backstreets