Los senderos del Quartier Habous están mayormente pavimentados con losas lisas de piedra o concreto, ofreciendo una superficie uniforme. Su anchura es variable, desde callejones peatonales íntimos hasta pasajes más amplios que permiten un flujo cómodo. El terreno es predominantemente llano, con suaves rampas ocasionales que conectan discretamente niveles ligeramente diferentes. Esta red orgánica de pasajes serpenteantes guía de forma intuitiva hacia patios ocultos y agrupaciones temáticas de tiendas.

El Quartier Habous se disfruta mejor en las mañanas frescas de primavera u otoño, cuando el aire es ligero. Entonces, el murmullo discreto de las conversaciones y el tintineo de las tazas de té dominan el ambiente. La afluencia es moderada, permitiendo una exploración tranquila entre locales y turistas. Una quietud agradable envuelve los arcos y callejones, invitando a la contemplación.

¡Hola, exploradores! Si Casablanca te llama, hay un rincón que te espera más allá de lo obvio.

En el Quartier Habous, la Nouvelle Médina, te sumerges en una atmósfera donde el pasado y el presente dialogan sin estridencias. Aquí, las calles peatonales se despliegan con una lógica inesperada, revelando plazas serenas y arcadas de impecable estilo neo-morisco. No es la medina caótica que esperas, sino una visión armoniosa, diseñada meticulosamente en los años 30 para preservar la artesanía marroquí.

El aire vibra con el tintineo de martillos sobre latón en los talleres de orfebrería, mezclándose con el murmullo de conversaciones y el aroma dulce del té a la menta que emana de cada esquina. Tus ojos se deleitan con alfombras que son lienzos de lana, cerámicas pintadas a mano con patrones hipnóticos y el brillo de la piel trabajada. Cada puesto es una explosión de color, desde las especias apiladas en pirámides hasta los vibrantes tejidos que cuelgan de los soportes.

Recuerdo haberme detenido en una pequeña tienda de cuero, donde un artesano de edad avanzada, con manos curtidas por décadas de oficio, me mostró cómo cada puntada en un bolso era una tradición viva. Me contó que, a diferencia de las antiguas medinas que a veces se pierden en su propio laberinto, Habous ofrece un espacio dedicado y organizado para que su arte no solo sobreviva, sino que florezca, atrayendo a quienes realmente valoran la autenticidad. Es un testimonio de cómo la planificación puede salvaguardar lo ancestral.

Así que, la próxima vez que pises Casablanca, déjate envolver por la magia ordenada de Habous. ¡Te aseguro que te llevarás una pieza de su alma contigo!

El gran arco de Bab Habous ofrece una toma amplia clásica, enmarcando la bulliciosa calle del mercado. Dentro, el mercado central de aceitunas permite primeros planos vibrantes de productos apilados e interacciones locales. Busca líneas guía en los estrechos callejones con tiendas para capturar profundidad y artesanía tradicional. La luz de la mañana temprana o del final de la tarde ilumina mejor las fachadas de estuco y minimiza las sombras duras.

El Quartier Habous ofrece una experiencia de compra ordenada gracias a su arquitectura neo-morisca y plazas sombreadas. Sin embargo, se percibe más como un centro comercial temático que una medina vibrante, con precios turísticos muy inflados. La Pâtisserie Bennis Habous fue la verdadera joya inesperada, ofreciendo dulces locales auténticos a precios justos.

El alquiler de sillas de ruedas o scooters no es un servicio turístico habitual en Casablanca. Busca en farmacias grandes o establecimientos de "matériel médical" en zonas más céntricas, no específicamente en Quartier Habous. Pregunta directamente por "location de fauteuil roulant" o "scooter" y prepárate para negociar el precio. La asistencia de un conserje de hotel de lujo puede ser la opción más sencilla para encontrar proveedores.

Recorres pasillos buscando babuchas de cuero o cerámicas vibrantes. Saboreas pasteles de miel y té de menta en una terraza sombreada. Admiras arcos y zellij que adornan edificios de estilo neomorisco. Escuchas el murmullo del regateo mientras el sol pinta las fachadas.

¡Hola, viajeros! Hoy nos adentramos en el elegante entramado del Quartier Habous, la Nueva Medina de Casablanca. Lejos del bullicio caótico, sus arcadas impolutas de color crema y tejas verdes invitan a un paseo sosegado. Aquí, el aire se impregna con el dulzor de la menta recién infusionada y el aroma terroso del cuero que emana de los talleres de marroquinería. Las tiendas rebosan con babuchas de seda, alfombras de lana intrincadamente tejidas y bandejas de latón que capturan la luz. El murmullo de las conversaciones se mezcla con el suave tintineo de los vasos de té y el rítmico golpe de un martillo lejano. Cada esquina revela un nuevo detalle: desde los intrincados mosaicos de una fuente oculta hasta los vivos colores de las especias apiladas en montículos perfectos, esperando transformar cualquier plato. Es un laberinto de artesanía y tradición, donde el tiempo parece ralentizarse, permitiendo apreciar la meticulosidad de cada pieza y la autenticidad de cada interacción.

Pocos visitantes se detienen, pero si aguzas el oído y la vista, notarás un pequeño patio interior, casi escondido detrás de una hilera de tiendas de alfombras, donde el sonido del agua de una minúscula fuente se une al suave canto de pájaros enjaulados, creando un oasis de calma absoluta que es fácil pasar por alto entre la vibrante actividad comercial. Es un suspiro de paz.

¡Hasta la próxima aventura!

En Quartier Habous, los precios para turistas suelen inflarse; negocia siempre con firmeza para obtener un valor justo. Vigila tus pertenencias en las aglomeraciones; los bolsos cruzados y bolsillos delanteros disuaden pequeños hurtos. Sé cortés pero firme con los vendedores insistentes y rechaza cualquier guía no solicitado. Elige puestos de comida callejera con alta rotación de clientes para asegurar la frescura e higiene.

Más para ambiente que avistamiento, Quartier Habous alberga gorriones, palomas y tórtolas turcas. Sus trinos y arrullos se perciben mejor en patios interiores o callejuelas adyacentes a la Plaza des Habous. La quietud matutina, antes de la apertura de tiendas, o el final de la tarde, maximiza la escucha. Es una oportunidad para observar la fauna urbana adaptada al bullicio marroquí.