Los senderos son principalmente de adoquín y gravilla compactada. Varían en anchura, desde estrechas veredas peatonales hasta amplias avenidas arboladas. Presentan suaves pendientes que serpentean el terreno, facilitando el recorrido. Guían a los visitantes a miradores panorámicos y conectan las distintas zonas ajardinadas y edificios históricos.

Las mañanas de invierno son perfectas; el aire es fresco y nítido. Solo se oye el mar y risas dispersas, generando una quietud reflexiva entre pocos visitantes. Los atardeceres de otoño también son mágicos, con una brisa marina suave. El ambiente es íntimo, poblado por susurros y pasos lentos de quienes disfrutan la calma dorada.

¡Hola, viajeros! Hoy nos zambullimos en la majestuosidad de Alejandría.

Al adentrarte en los Jardines del Palacio de Montazah, un susurro de brisa marina te da la bienvenida, entrelazándose con el aroma salino del Mediterráneo y el dulzor de las flores que tapizan el terreno. Este oasis real, que alguna vez fue el retiro estival de la monarquía egipcia, despliega una alfombra verde inmensa, salpicada de palmeras centenarias y árboles exóticos cuyas sombras invitan al descanso. Caminas por senderos serpenteantes que te llevan a miradores inesperados, donde el azul profundo del mar se fusiona con el cielo en un horizonte infinito. El Palacio de Montazah, con sus torres que evocan cuentos de hadas y su arquitectura imponente, se alza majestuoso, custodiando historias de sultanes y reinas. Aquí, el tiempo parece ralentizarse; puedes escuchar el suave batir de las olas contra la costa rocosa y sentir la frescura que emana de sus fuentes ornamentales. Cada rincón ofrece una postal: desde los bancos estratégicamente ubicados para contemplar el amanecer sobre el agua, hasta los pequeños puentes que cruzan arroyos artificiales. Es un santuario de paz, donde la historia y la naturaleza dialogan en perfecta armonía.

Más allá de su belleza, Montazah encierra el eco de una era. Recuerdo una tarde, mientras exploraba las inmediaciones del Palacio Salamlek, que fue la residencia de caza real y luego un hotel. Un anciano jardinero, con las manos curtidas por años de cuidado a estas tierras, me contó que su abuelo había trabajado para el Rey Farouk. Me relató cómo, durante los calurosos veranos, la corte se trasladaba aquí, buscando el respiro del Mediterráneo y la discreción de sus muros. No era solo un lugar de ocio; aquí se tomaban decisiones cruciales, lejos del bullicio de El Cairo. Me describió una noche de tormenta, poco antes de la abdicación de Farouk, cuando las luces del palacio permanecieron encendidas hasta el amanecer, reflejando la tensión y la inminente caída de la monarquía. Montazah no es solo un jardín; es un testigo silencioso de la historia egipcia, un lugar donde el poder real se encontró con su destino, y donde el aire aún parece retener los secretos de un imperio.

Así que ya sabéis, si visitáis Alejandría, Montazah es una parada obligatoria para sentir la historia bajo vuestros pies y la brisa del Mediterráneo en vuestro rostro. ¡Hasta la próxima ruta!

Los visitantes se detienen frente al Palacio Al-Haramlik para capturar su imponente arquitectura neogótica. Desde el puente peatonal, se enmarca el palacio con las aguas turquesas y la exuberante vegetación. Otro punto clave es el histórico faro del Palacio Salamlek, que contrasta dramáticamente con el mar. La "hora dorada" al atardecer ofrece la luz más suave, realzando los colores y texturas de los edificios.

La extensión verde y las vistas al Mediterráneo son impresionantes. Sin embargo, el mantenimiento es irregular y ciertas áreas carecen de cuidado. La comercialización excesiva resta tranquilidad al ambiente. Sorprende la existencia de un lujoso hotel activo dentro del complejo histórico.

Para alquilar sillas de ruedas o scooters cerca de Montazah, consulta primero en la recepción de tu hotel en Alejandría; pueden tener contactos. Las farmacias grandes en zonas céntricas a veces ofrecen este servicio, pero la disponibilidad es limitada. Es recomendable reservar con antelación si es posible, ya que la entrega puede ser un desafío. Pregunta por los precios diarios, que pueden rondar los 150-300 EGP.

Paseas entre jardines exuberantes y palmeras centenarias, sintiendo la brisa marina. Contemplas la majestuosidad del Palacio de Montazah, un legado real junto al mar. Descubres miradores estratégicos con vistas panorámicas al Mediterráneo azul. Buscas calas rocosas para un instante de paz, escuchando las olas.

¡Hola, viajeros!

Pasear por los Jardines de Montazah en Alejandría es sumergirse en un oasis de verdor y majestuosidad junto al Mediterráneo. El sol tamiza sus rayos entre las palmeras centenarias y los árboles frondosos, creando un mosaico de luces y sombras que invitan a la calma, mientras la brisa marina acaricia suavemente el rostro, disipando el calor. Más allá del vibrante follaje, el azul turquesa del mar se extiende infinito, salpicado por pequeñas calas de arena dorada donde las olas rompen con una cadencia suave y constante. El aire aquí es una mezcla embriagadora de salitre fresco y el dulzor de las buganvillas en flor, un perfume que evoca la opulencia de antaño y la serenidad de este rincón real.

Mientras deambulas por los senderos serpenteantes, te encuentras con la silueta imponente del Palacio de Montazah, una joya arquitectónica que fusiona estilos con gracia, reflejando la historia regia de Egipto. Sus torres y cúpulas se alzan contra el cielo, observando el vasto jardín y el mar, un recordatorio silencioso de la grandeza pasada. Pero si te aventuras por un camino menos transitado, hacia una pequeña cueva rocosa casi escondida cerca de la orilla, notarás algo especial. Allí, el murmullo de las olas no es el mismo; se amplifica y resuena con una profundidad inusual, como si el mar te contara secretos ancestrales en un susurro íntimo, un sonido que pocos se detienen a escuchar, eclipsado por la grandiosidad general del lugar.

¡Que vuestros viajes estén llenos de descubrimientos tan mágicos!

El sol de Alejandría es intenso; usa sombrero, protector solar y mantente hidratado para evitar golpes de calor en los extensos jardines. Algunos senderos son irregulares o resbaladizos cerca del mar; opta por calzado cerrado y antideslizante para evitar caídas. En las áreas más concurridas, como el palacio o puentes, vigila tus pertenencias para disuadir pequeños robos.

Los entusiastas de las aves encontrarán Montazah atractivo por su rica avifauna. Observarán tórtolas turcas, estorninos y, en primavera, quizás el canto del ruiseñor. Busquen rincones serenos cerca del Palacio Haramlek o los caminos interiores más apartados. La mejor observación ocurre al amanecer o justo antes del anochecer.