¡Hola, viajeros! Hoy nos adentramos en un lugar donde la piedra cuenta historias milenarias.
Mitla, la ‘ciudad de los muertos’ zapoteca y mixteca, te envuelve con su silencio y la intrincada poesía de sus muros. Aquí, la piedra no se esculpe en figuras, sino que se teje en patrones geométricos asombrosos: las famosas grecas. Cada panel, ensamblado sin argamasa, es un rompecabezas de miles de piezas de basalto pulido, formando frisos que danzan ante tus ojos. Siente la frescura de la piedra bajo tus dedos mientras recorres el Patio de las Grecas, donde la luz del sol juega con las sombras, revelando la profundidad de cada diseño. Este no era un centro militar, sino un espacio sagrado, un portal hacia el inframundo. Sus templos y palacios, como el imponente Grupo de las Columnas, te hacen sentir la presencia de una civilización que dominaba el conocimiento del cosmos y la arquitectura.
Recuerdo haber descendido a una de sus tumbas subterráneas, un espacio íntimo y fresco. Un guía local me reveló que, para los antiguos zapotecas, Mitla era el punto de encuentro entre la vida y la muerte, un lugar donde líderes y sacerdotes interactuaban con sus ancestros. Me explicó que las grecas, lejos de ser meramente decorativas, representaban complejos calendarios y cosmovisiones, un lenguaje visual para los iniciados. Esa conexión tangible con la veneración a los muertos y la sofisticación de su pensamiento, me hizo comprender la profunda relevancia de Mitla, no solo como ruina, sino como un libro abierto sobre la espiritualidad mesoamericana. El aire en Mitla parece vibrar con ecos de ceremonias ancestrales, un recordatorio de que cada piedra tiene un propósito, una historia que contar. Es un lugar que te invita a la contemplación, a escuchar el susurro del viento entre los antiguos muros y a imaginar los rituales que una vez llenaron estos patios.
Así que ya sabes, la próxima vez que visites Oaxaca, no dejes de perderte en los misterios de Mitla. ¡Hasta la próxima aventura!