¡Amantes de lo auténtico, preparad vuestros sentidos para un viaje inolvidable por el Valle d'Itria!
En el corazón de Alberobello se alza el Trullo Sovrano, una maravilla arquitectónica que desafía la simplicidad de sus hermanos menores. Al cruzar su umbral, el aire fresco abraza, un contraste delicioso con el sol apuliano, y el olor a piedra antigua y cal recién restaurada inunda los sentidos. Sus dos pisos se revelan, algo único en el mundo de los trulli, con una escalera interior de piedra que asciende hacia una bóveda cónica más alta, donde la luz tenue se filtra creando un ambiente casi místico. Muebles de época y herramientas de antaño narran silenciosamente la vida rural de siglos pasados, invitando a imaginar las historias que sus muros han guardado.
Recuerdo a una anciana guía local, con ojos que habían visto pasar generaciones, contándonos en el Trullo Sovrano cómo este espacio no solo albergó familias, sino que fue el hogar de un sacerdote, un punto de referencia para toda la comunidad. Ella enfatizaba que su estructura de dos pisos no era un capricho, sino un símbolo de estatus y una innovación en una época donde la mayoría vivía en una sola planta. Conservado con tal esmero, este trullo nos conecta directamente con la vida y las aspiraciones de sus antiguos habitantes, demostrando que estas construcciones cónicas eran mucho más que simples refugios: eran centros de vida, fe y comunidad, y su preservación nos permite tocar ese pasado.
A pocos kilómetros, Locorotondo te espera, un pueblo blanco que se desparrama en círculos concéntricos sobre una colina. Aquí, el blanco cegador de sus casas bajo el sol se intercala con el vibrante color de los geranios y buganvillas que adornan cada balcón. Sus estrechas callejuelas empedradas, un laberinto perfecto, huelen a flores y a la promesa de un buen vino local, mientras que cada giro revela una nueva vista panorámica de los viñedos y olivares que pintan el valle de verde y ocre.
¡Seguid explorando y soñando, que el mundo está lleno de maravillas!