Mogren Beach Tours and Tickets

Los senderos a Mogren Beach son de hormigón y piedra, con una superficie a menudo desigual. Tienen un ancho promedio de 1.5 metros y comienzan con un descenso suave. La ruta se vuelve más empinada, zigzagueando por el acantilado y atravesando túneles excavados. Estos caminos costeros guían directamente entre las playas, ofreciendo un acceso peatonal continuo.

Las mañanas de finales de primavera ofrecen aire nítido y un sol suave que apenas calienta la arena. Solo el murmullo de las olas y alguna gaviota rompen el silencio; la multitud es escasa y relajada. En las primeras horas de otoño, la atmósfera se vuelve más templada, con una brisa marina acariciante. El sonido es casi nulo, salvo el mar, y la playa, casi desierta, invita a una quietud profunda.

¡Hola, exploradores! Hoy os llevo a un rincón mágico del Adriático que os robará el aliento.

Tras serpentear por un sendero esculpido en la roca viva, dejando atrás el bullicio de la Ciudad Vieja de Budva, Mogren se revela como una promesa. El aire se carga con el salitre y el murmullo rítmico de las olas se intensifica, anunciando la cercanía de este paraíso. La primera vista es un impacto visual: dos calas gemelas de arena dorada, bañadas por un Adriático de tonalidades esmeralda y turquesa, custodiadas por acantilados que se alzan imponentes, cubiertos de pinos que exhalan un aroma dulce y resinoso.

Al pisar la arena, fina y cálida bajo los pies, la sensación es de una suave bienvenida. El agua, cristalina hasta el último guijarro del fondo, invita a sumergirse en su frescura revitalizante. Pero lo que realmente la distingue es ese pequeño túnel excavado con cariño en la roca, un pasaje que conecta Mogren I con su hermana, Mogren II. No es solo un camino; es una transición a una intimidad aún mayor, a un espacio donde el tiempo parece ralentizarse. Recuerdo una tarde, mientras el sol comenzaba a teñir el cielo de naranja, ver a una pareja de ancianos, tomados de la mano, cruzar ese túnel. Sus sonrisas, al emerger a la segunda cala con esa luz dorada, hablaban de décadas de recuerdos compartidos en ese mismo lugar, de un refugio constante. Esa escena encapsuló por qué Mogren no es solo una playa, sino un testigo silencioso de momentos preciosos y un oasis de paz en la vibrante costa montenegrina.

¡Hasta la próxima aventura!

En la pasarela rocosa que une Mogren I y II, la gente se detiene para capturar la vista de ambas calas. Desde allí, enmarca las playas de arena dorada entre los acantilados, incluyendo el perfil del casco antiguo a lo lejos. El amanecer o la media mañana ofrecen una luz suave que realza los tonos del mar y la arena. Al atardecer, la luz dorada baña los acantilados occidentales, perfecta para capturar siluetas contra el mar.

El sendero desde la Ciudad Vieja es una delicia, llevando a aguas cristalinas ideales para nadar. No obstante, el espacio en la arena es muy limitado, con tumbonas privadas copando casi toda la superficie. El fondo marino, aunque transparente, resulta rocoso en muchas áreas, haciendo incómodo el acceso sin calzado. La sorpresa fue descubrir el ingenioso túnel que conecta las dos calas, un paso pintoresco e inesperado.

Para alquilar una silla de ruedas o scooter, consulta las farmacias principales de Budva. Ljekarna Budva, por ejemplo, podría ofrecer alquiler o referirte a un proveedor local. Los precios rondan los 10-20€ diarios, según el tipo de equipo. Tu alojamiento también puede ayudarte a contactar servicios de alquiler especializados.

Te sumerges en las aguas cristalinas del Adriático, sintiendo su frescor. Luego, te recuestas sobre los guijarros dorados, absorbiendo el sol mediterráneo. Cruzas el pintoresco túnel tallado en roca que une sus dos calas. Disfrutas de las vistas panorámicas del casco antiguo y el mar abierto.

¡Hola, exploradores! Hoy os llevo a descubrir uno de los rincones más especiales de Budva, la impresionante Playa de Mogren.

Al llegar a Mogren, lo primero que te recibe es la visión de sus dos calas de arena dorada, enmarcadas por acantilados escarpados y aguas de una transparencia asombrosa. El acceso, a través de un pintoresco sendero tallado en la roca que bordea el mar, es ya una pequeña aventura en sí misma, ofreciendo vistas espectaculares de la ciudad vieja y el Adriático. Sientes la fina arena bajo tus pies mientras el sol acaricia tu piel, invitándote a sumergirte en un mar de un turquesa vibrante.

La brisa salada se mezcla con el aroma de los pinos y la vegetación mediterránea que se aferra a las rocas, creando una atmósfera de pura serenidad. El constante murmullo de las olas rompiendo suavemente contra la orilla te invita a la calma. Pero pocos se detienen a notar, al cruzar el pequeño túnel que une Mogren I y II, la sutil resonancia del agua al chocar con la piedra oscura: un eco cavernoso que susurra brevemente antes de que la luz y el sonido abierto de la playa te envuelvan de nuevo. Es un detalle efímero, un diálogo íntimo entre el mar y la roca que muchos pasan por alto.

Espero que os animéis a descubrirlo por vosotros mismos. ¡Hasta la próxima escapada!

El camino rocoso a Mogren puede ser resbaladizo, especialmente tras lluvias. Use calzado adecuado y preste atención a sus pasos para evitar caídas. Las rocas submarinas y erizos de mar representan un riesgo si no se usan escarpines. Siempre revise las condiciones del mar antes de nadar para evitar corrientes fuertes.

Mogren no es un santuario, pero los amantes de aves marinas encontrarán interés por su costa. Se observan gaviotas patiamarillas y cormoranes, con sus graznidos y chapoteos característicos. Los acantilados rocosos al final de Mogren II ofrecen el mejor punto tranquilo para la observación. Las primeras horas de la mañana o el atardecer son ideales para avistamientos menos perturbados.