Los senderos que rodean la Rotonda de Xewkija son de piedra caliza pulida, con un ancho que permite el paso cómodo de dos personas. Presentan una pendiente muy suave que asciende gradualmente hacia la entrada principal. Guían directamente al visitante desde la plaza adyacente hasta el pórtico monumental. Un circuito perimetral más amplio invita a rodear la estructura, ofreciendo vistas cambiantes de su imponente cúpula.

La Rotonda de Xewkija revela su esencia más profunda al anochecer de primavera. El aire fresco recorre sus muros, donde solo el eco de los pasos rompe el silencio. Una escasa afluencia permite una atmósfera de recogimiento, sin prisa alguna. La luz menguante baña la piedra en una quietud que invita a la contemplación serena.

¡Hola, exploradores de Gozo!

Desde lejos, su cúpula colosal domina el horizonte de Xewkija, una masa pétrea que desafía la escala humana. Al acercarse, la piedra caliza maltesa, de un tono miel pálido, revela detalles intrincados en su fachada, esculpidos por manos locales. Cruzar sus imponentes puertas es entrar en un universo de silencio y grandiosidad. La luz natural se filtra a través de las altas ventanas, bañando el vasto interior circular con una luminosidad suave que resalta la perfección geométrica de la rotonda. El aire es fresco, denso, y cada paso resuena en la bóveda, recordándote la inmensidad del espacio. Aquí, la devoción se materializa en una estructura que empequeñece al visitante, invitando a la contemplación.

Pero más allá de su imponente arquitectura, la Rotunda de Xewkija es un monumento a la fe y la perseverancia de una comunidad. Durante 27 años, desde 1952 hasta 1978, los habitantes de Xewkija contribuyeron con su tiempo, esfuerzo y donaciones, trabajando hombro con hombro para construir esta iglesia gigantesca, piedra a piedra, sobre los cimientos de una anterior. No fue una obra financiada por grandes mecenas, sino el fruto del sudor colectivo, una promesa cumplida a través de la dedicación de cada familia. Es un testimonio palpable de cómo la fe puede mover montañas –o, en este caso, levantar una de las cúpulas sin soporte más grandes del mundo–, transformando un sueño comunitario en una realidad pétrea que perdura.

¡Hasta la próxima joya escondida, y no olvidéis mirar hacia arriba!

La plaza principal ofrece el encuadre ideal para la cúpula exterior. Dentro, capta su vasta cúpula mirando directamente hacia arriba desde la nave central. El campanario accesible permite panorámicas únicas que incluyen el paisaje gozitano circundante. La luz dorada de la tarde realza el exterior; el mediodía es óptimo para la iluminación interior.

La cúpula es monumental; su interior, impactantemente luminoso. El exterior, sin embargo, decepciona por su austera sobriedad, carente de detalles. La sorpresa fue encontrar un silencio absoluto, un inesperado remanso de paz en Gozo.

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Se ingresa para sentir la vasta cúpula que domina el espacio. Desde el balcón, la isla de Gozo se despliega en una vista panorámica de 360 grados. Se aprecian los intrincados detalles de mármol y la luz que inunda el interior. Reflexiona sobre la magnitud del esfuerzo comunitario que la construyó pieza a pieza.

¡Hola, exploradores del mundo! Hoy nos sumergimos en la majestuosidad de Gozo, una isla donde el tiempo parece fluir a otro ritmo.

En el corazón de esta joya mediterránea se alza la Rotonda de Xewkija, una estructura que no solo domina el horizonte, sino que captura el alma. Su imponente cúpula, una de las más grandes del mundo sin soporte, te deja sin aliento antes incluso de cruzar el umbral. Al adentrarte, el aire cambia; una frescura serena te envuelve, un bienvenido contraste al sol maltés. La vasta nave octogonal, bañada en la cálida luz que se filtra por los ventanales, revela la rica tonalidad de la piedra caliza local, que parece vibrar con una historia milenaria. El silencio no es un vacío, sino un eco suave y contenido de innumerables oraciones, una atmósfera de paz que invita a la introspección. Cada talla, cada columna, cada centímetro de este coloso de piedra susurra historias de fe y arte.

Y aquí va un detalle que a menudo pasa desapercibido: en las mañanas tranquilas, si te acercas al altar de la derecha, el menos visitado, y permaneces en silencio, podrás percibir un sutil aroma que emana de las paredes. No es incienso, sino el tenue y casi imperceptible olor a mineral y tierra húmeda, una fragancia antigua que la piedra misma exhala, como si la Gozo profunda respirara a través de sus muros milenarios. Es un recordatorio olfativo de la conexión intrínseca entre la iglesia y la tierra que la sustenta.

¡Hasta la próxima aventura, y no olvidéis explorar más allá de lo evidente!

La Rotonda de Xewkija, con su cúpula monumental, es un hito gozitano. Para asegurar el acceso y respeto, viste con modestia, cubriendo hombros y rodillas. Evita las aglomeraciones y garantiza una visita serena consultando los horarios de misa antes de ir. Ten precaución con los suelos pulidos, que pueden ser resbaladizos; usa calzado con buen agarre.

Para observadores de aves dedicados, la Rotonda de Xewkija no es un destino principal. Sin embargo, su cementerio adyacente y los jardines atraen gorriones, vencejos y palomas bravías. Se oyen sus trinos habituales o el chillido agudo de los vencejos sobrevolando el campanario. La madrugada o el crepúsculo ofrecen la mayor tranquilidad para avistamientos limitados.