Imagina que la brisa te trae el aroma a café recién molido de una cafetería cercana, mezclado con un toque de aire salado del mar que sabes está cerca. Caminas por una calle bulliciosa, pero de repente, el sonido de los coches se desvanece un poco, y una mole de piedra, antigua y majestuosa, se alza frente a ti. No necesitas verla para sentir su presencia. Sientes el calor del sol en tu piel, pero hay una sombra fresca que proyecta. Tus dedos rozan la textura áspera de la piedra, centenaria, que ha visto pasar siglos. Es la Iglesia de Ayios Dimitrios, y antes siquiera de cruzar su umbral, ya te envuelve con su historia silenciosa.
Cruzas el umbral y, de golpe, el calor exterior se disipa. Una ola de aire fresco y denso te envuelve, cargado con un aroma suave a incienso y a madera antigua. Es un olor que te ancla, que te dice que estás en un lugar de paz y reverencia. Tus oídos captan un murmullo lejano, casi un susurro, quizás el eco de una oración o el roce de unos zapatos sobre el mármol pulido. Puedes sentir la vastedad del espacio sobre ti, aunque no la veas; es como si el aire mismo se hiciera más alto. Cada paso resuena un poco más, y el suelo, fresco y liso, te guía hacia el interior.
A medida que avanzas, la temperatura se mantiene constante, pero la atmósfera se vuelve más íntima. Puedes sentir la presencia de innumerables historias a tu alrededor. Si extiendes la mano, podrías tocar una columna de mármol, fría y robusta, que ha soportado el peso de siglos. Imagina la luz tenue que se filtra desde lo alto, no es cegadora, sino suave y difusa, creando un ambiente de calma. Puedes oír el tintineo ocasional de una ofrenda o el suave crepitar de una vela. Hay una sección donde el aire es aún más denso, es donde reposan los restos de San Demetrio; sientes una quietud profunda, casi palpable, un lugar de honor y respeto.
Ahora, prepárate para un cambio. Sientes cómo el suelo empieza a inclinarse bajo tus pies, y una serie de escalones de piedra, desgastados por el tiempo, te invitan a descender. El aire se vuelve más fresco, un poco más húmedo, y el sonido de arriba se atenúa, dejando solo el eco de tus propios pasos. Es como si estuvieras entrando en el corazón mismo de la tierra, en un lugar donde el tiempo se ha detenido. Cada escalón te lleva más profundo, y puedes percibir un aroma terroso, a piedra mojada, que te transporta a un pasado aún más remoto.
Una vez abajo, el espacio se siente diferente: más recogido, con techos más bajos. El aire tiene una frescura constante, casi húmeda, que te envuelve. Escuchas el suave goteo de agua en algún lugar cercano, un sonido rítmico y constante que te conecta con la fuente de vida que aquí se honra. Puedes sentir la textura rugosa de las paredes de piedra, la frialdad de las losas bajo tus pies. Hay una quietud que te invita a la reflexión, un silencio que solo se rompe por el murmullo del agua. Es un lugar de orígenes, donde la historia de San Demetrio se siente más cercana, más real, como si pudieras tocarla.
Para llegar, es muy céntrica. Está en Agiou Dimitriou 97, justo al norte de la Plaza Aristóteles. Puedes ir caminando fácilmente desde la mayoría de los puntos turísticos del centro de Tesalónica. Si vienes de más lejos, hay paradas de autobús cerca. El mejor momento para ir es a primera hora de la mañana, justo cuando abren (normalmente a las 8:00 o 8:30 a.m.), o a última hora de la tarde, antes de que cierren (suele ser alrededor de las 20:00 o 21:00 p.m., pero revisa los horarios). Así evitas las grandes aglomeraciones de turistas. Con una hora, hora y media, tienes tiempo de sobra para ver todo con calma, tanto la iglesia principal como la cripta.
Un par de cosas importantes: es una iglesia ortodoxa en uso, así que vístete con respeto. Hombros y rodillas cubiertos son lo básico. No hay problema con las fotos, pero sin flash y siendo discreto, por favor. La entrada es gratuita, tanto a la iglesia como a la cripta, lo cual es genial. Ten en cuenta que para bajar a la cripta hay bastantes escalones de piedra, así que si tienes problemas de movilidad, puede ser un desafío. Justo al lado tienes el Foro Romano Antiguo (Agora), que también merece una visita si te interesa la historia. Y para comer algo después, la zona está llena de tabernas y cafeterías auténticas.
¡Hasta la próxima aventura!
Sofía en el Camino