La ruta se traza sobre canales naturales de agua, no caminos terrestres. Estos pasajes acuáticos varían de anchura, estrechándose considerablemente en tramos. La escasa profundidad permite una navegación fluida en kayak, sin desniveles apreciables. Los imponentes karsts calizos delinean el serpenteante recorrido, guiando la travesía.

La Laguna Grande de El Nido se disfruta plenamente al amanecer, con un aire fresco y apenas húmedo. Solo se perciben el suave chapoteo de los kayaks y el eco lejano de alguna gaviota. La atmósfera invita a la introspección, con pocos visitantes que mantienen un silencio reverente. Durante la estación seca, la luz matutina ilumina el agua esmeralda sin el bullicio de la tarde.

¡Hola, viajeros! Preparaos para sumergiros en la magia de un lugar que te abraza con su silencio: la Gran Laguna de El Nido.

Al acercarse, el kayak se desliza por un estrecho pasaje de roca caliza, una entrada casi secreta que anticipa lo que viene. El agua, una paleta de esmeraldas y jades, se extiende como un lienzo líquido, tan translúcida en los bordes que permite ver el fondo arenoso y las rocas sumergidas. A medida que te adentras, el color se intensifica, volviéndose un azul profundo que refleja las imponentes murallas de roca que se elevan a tu alrededor, centinelas milenarios cubiertos de vegetación aferrada. El silencio es casi palpable, roto solo por el suave murmullo del agua contra el casco de la embarcación y el rítmico chapoteo de los remos. Recuerdo la primera vez que mi kayak se deslizó por ese canal; el agua era tan prístina que podía distinguir cada raya en los peces diminutos que huían bajo mi remo. Era una transición casi ceremonial, de la bulliciosa bahía al santuario interior. De repente, el espacio se abrió, y las imponentes paredes de roca te rodearon, no con opresión, sino con una majestuosidad que te recordaba lo insignificante que eres y, a la vez, lo privilegiado de estar allí. La sensación de ser un punto diminuto en tanta grandeza natural es abrumadora y liberadora a la vez.

Hasta la próxima aventura,

Tu bloguero de viajes.

El punto natural para fotos es la estrecha entrada a la Gran Laguna. Allí, los kayaks y canoas en el agua esmeralda se enmarcan perfectamente entre los imponentes farallones de roca caliza. La luz óptima se da entre las 10:00 y las 14:00 horas. Este horario ilumina plenamente las formaciones rocosas y resalta la transparencia del agua.

La entrada a la laguna, remando entre acantilados, es visualmente impresionante. Sin embargo, la masificación de kayaks obstaculiza la serenidad y la fluidez del recorrido. Sorprendentemente, el agua dentro de la laguna era menos translúcida de lo esperado, con un fondo fangoso. Aun así, la inmensidad del espacio interior ofrece una perspectiva única de El Nido.

En El Nido pueblo, numerosas tiendas alquilan scooters. La disponibilidad es amplia para scooters; para sillas de ruedas, es más limitada. Una scooter cuesta aproximadamente 500-700 PHP por día; negocia directamente en el local. Para sillas de ruedas, pregunta en tu alojamiento o farmacias; ellos suelen orientar sobre alquileres especializados.

Se rema con kayak por un estrecho pasaje entre imponentes formaciones kársticas. Dentro, el agua turquesa es tan clara que se ve el fondo arenoso. Se desliza silenciosamente sobre la superficie, sintiendo la inmensidad y calma del entorno. Algunos optan por nadar suavemente o simplemente flotar, admirando las paredes de roca que lo rodean.

¡Hola, almas viajeras!

Imagina deslizarte en kayak por una hendidura casi imperceptible, el agua esmeralda lamiendo suavemente el casco. Es la entrada a Big Lagoon, un santuario de silencio y asombro en El Nido. Una vez dentro, el mundo se expande en una paleta de azules y verdes, enmarcada por imponentes paredes de roca caliza que se alzan como catedrales naturales, esculpidas por milenios de viento y agua. El sol danza sobre la superficie, creando destellos cegadores que se disuelven en las profundidades turquesas. El aire es denso con la promesa de aventura y un sutil aroma a salitre y vegetación húmeda. Cada golpe de remo es un susurro, cada giro revela una nueva perspectiva de esta maravilla geológica. Te sientes insignificante y, a la vez, parte de algo grandioso, flotando en un espejo perfecto que refleja el cielo y las nubes que se arrastran perezosamente. La quietud es casi palpable, interrumpida solo por el lejano chapoteo de otros exploradores. Y si te detienes a la deriva en el rincón más alejado, cerca de la pared rocosa donde el sol apenas penetra, escucharás un detalle que pocos notan: el goteo constante, casi musical, de agua dulce filtrándose desde las grietas de la roca caliza. Es un sonido sutil, un pulso silencioso que rompe la calma, un recordatorio de la vida oculta de la laguna.

¡Nos vemos en el próximo paraíso!

La entrada a Big Lagoon presenta fuertes corrientes en cambios de marea. Remar con vigor y mantenerse cerca de su guía es vital para navegarla con seguridad. Dentro, aguas poco profundas ocultan rocas afiladas, un riesgo para kayaks y pies. Observa siempre el fondo y eleva tu remo para esquivar posibles impactos.

Amantes de las aves disfrutarán Big Lagoon; salanganas y golondrinas del Pacífico son comunes, con martines pescadores ocasionales. Los mejores avistamientos ocurren remando hacia las secciones internas y estrechas, lejos del bullicio. El amanecer y el atardecer ofrecen la mayor actividad, minimizando la presencia de otras embarcaciones. Sus acantilados de piedra caliza son zonas de anidación ideales, amplificando los cantos.