¡Hola, explorador! ¿Quieres saber qué se *siente* la Ciudad de David? Prepárate, porque esto es más que una visita; es un viaje en el tiempo con todos tus sentidos.
Imagina esto
Llegas y, antes de que veas nada, sientes el aire. Es un aire antiguo, pesado, que parece susurrar historias de reyes y profetas. Caminas por senderos modernos, pero bajo tus pies, notas la vibración de miles de años de historia. El sol de Jerusalén calienta tu piel, y el olor a tierra seca, a polvo de piedra ancestral, llena tus fosas nasales. Escuchas el murmullo de otros visitantes, sí, pero también el eco del silencio, como si las paredes de piedra guardaran secretos. Es una sensación de estar en un umbral, entre el presente y un pasado que late justo debajo de la superficie.
Cuando te adentras en las excavaciones
Caminas por pasarelas elevadas, mirando hacia abajo. Sientes la inmensidad de lo que se ha desenterrado, capa tras capa de civilizaciones. El sol ilumina los restos de muros, escaleras, cimientos. Imagínate la vida que bullía aquí hace milenios, el ajetreo, las voces. Puedes casi tocar con la vista las huellas de quienes construyeron y vivieron en lo que fue el Palacio de David. No es una postal, es una inmersión. Sientes la brisa que corre por los callejones antiguos, trayendo consigo el aroma de la tierra y la historia. Es una mezcla de asombro y una extraña familiaridad.
Luego, la aventura del Túnel de Ezequías
Aquí es donde tus sentidos se agudizan. Imagina que entras en la oscuridad, y el aire, antes seco, se vuelve repentinamente frío y húmedo. Escuchas el sonido del agua, al principio un goteo distante, luego un fluir constante bajo tus pies. Sientes el agua helada subir por tus tobillos con cada paso, mientras la oscuridad te envuelve, solo rota por el haz de tu linterna. Tocas las paredes rugosas y húmedas, sintiendo la roca viva, la frescura de la piedra que ha estado allí por siglos. El eco de tus propios pasos y el de los demás resuenan en el espacio estrecho. Es una sensación de conexión, de caminar exactamente por donde lo hicieron personas hace casi 3.000 años, en la misma oscuridad, con el mismo agua. La claustrofobia puede aparecer, pero la curiosidad y la adrenalina te empujan.
Y al final, la Piscina de Siloé
Después de la oscuridad y el agua fría del túnel, la luz que vuelve a tus ojos es un alivio. Sientes el aire fresco en tu cara, el espacio que se abre. Escuchas el sonido del agua más libre, el murmullo de la gente a tu alrededor. Es el final de la travesía subterránea, un lugar de renacimiento y de historia bíblica. Sientes la liberación de la oscuridad y la conexión con un lugar de significado profundo. El sol acaricia tu piel de nuevo, y el aroma a tierra y agua se mezcla con el aire libre.
Consejos prácticos, como para un amigo
* Para llegar: Lo más fácil es un taxi o usar las apps de transporte. Si vas en transporte público, busca las rutas que te dejen cerca de la Puerta de Dung (Mugre) en la Ciudad Vieja, y desde ahí es una caminata corta cuesta abajo.
* Qué llevar: Zapatillas cómodas y que no te importe mojar, ¡son imprescindibles! Si vas a hacer el Túnel de Ezequías (el mojado), lleva chanclas o sandalias de agua y una toalla pequeña. Una linterna potente (la del móvil no es suficiente) o un frontal es crucial para el túnel. Agua, mucha agua, sobre todo en verano.
* Tiempo: Calcula al menos 3-4 horas para verlo bien, incluyendo el túnel. Si vas en temporada alta, puede ser más, por las esperas.
* Mejor hora: A primera hora de la mañana para evitar las multitudes y el calor, especialmente si vas en verano.
* Entradas: Compra tus entradas online con antelación. Siempre hay colas y te ahorras tiempo. Asegúrate de que tu entrada incluya el túnel si quieres hacerlo. Hay dos opciones de túnel: uno seco y otro mojado (el de Ezequías). ¡Haz el mojado, es la experiencia completa!
* El túnel: Mide unos 533 metros. Es estrecho y oscuro. Si eres muy alto, tendrás que ir agachado en algunas partes. Si sufres de claustrofobia severa, piénsalo bien, aunque la experiencia es inolvidable.
* Accesibilidad: Gran parte del parque tiene escaleras y terreno irregular, así que no es muy accesible para sillas de ruedas o carritos de bebé.
¡Espero que te sirva para planificar tu propia aventura!
Un abrazo desde la ruta,
Sofía Viajera