¡Hola, exploradores del alma! Hoy quiero llevaros a un lugar que, para mí, es pura magia en el corazón de Eslovenia: Šmarna Gora, la Montaña de Santa María, a tiro de piedra de Liubliana. No es solo un monte; es una experiencia que se te mete bajo la piel y te abraza con cada paso. Imagina esto: el asfalto de la ciudad se desvanece, y de repente, tus pies pisan un sendero suave, cubierto de hojas crujientes. Cada pisada resuena con un eco amortiguado, como si la tierra misma te diera la bienvenida. A tu alrededor, el aire fresco te acaricia la cara, llevando consigo el olor profundo a tierra húmeda, a pino y, si es primavera, un dulzor tenue de flores silvestres que aún no has identificado. Escuchas el canto ininterrumpido de los pájaros, un coro natural que te acompaña, y el susurro del viento entre las copas de los árboles, un murmullo constante que te invita a seguir subiendo, a dejar atrás el ruido del mundo. Sientes el ritmo de tu propia respiración, acompasada con el suave ascenso, una cadencia que te ancla al presente, al aquí y ahora de cada zancada.
A medida que el camino se inclina ligeramente, sientes cómo tus músculos trabajan, una energía vital que fluye por tu cuerpo. El aire se vuelve más nítido, más puro, y el sol, si te acompaña, te calienta la piel, una caricia dorada que te impulsa hacia arriba. De repente, el sendero se abre y el bosque cede, revelando una sensación de amplitud inmensa. Ya no hay árboles que te limiten la vista, sino una brisa fresca que te envuelve, trayendo consigo los sonidos lejanos de la ciudad, ahora apenas un eco difuso, casi imperceptible. Puedes sentir la vastedad del espacio, la libertad de estar en la cima, donde el viento juega con tu cabello y el sol se siente más cercano, más intenso. Es un momento de pura expansión, donde el horizonte se abre no solo ante tus ojos, sino en tu interior, liberando cualquier tensión, cualquier preocupación.
En la cima, un silencio reverente te envuelve, roto solo por el suave tintineo de una campana distante, un sonido que parece flotar en el aire y te invita a la paz. Tus manos pueden rozar la piedra fría de la antigua iglesia, sentir su historia, su solidez, y el calor residual del sol en sus muros. El aroma a madera vieja, a cera y, a veces, un tenue rastro de incienso, te envuelve, creando una atmósfera de recogimiento. Puedes sentarte en uno de los bancos de madera, sentir la aspereza de la madera bajo tus dedos, y simplemente respirar, absorbiendo la tranquilidad que emana de este lugar sagrado. Es un espacio para la contemplación, para conectar contigo mismo y con la naturaleza que te rodea.
Para llegar a Šmarna Gora, lo más fácil es tomar un autobús local desde el centro de Liubliana hasta la parada de Tacen. Desde allí, el sendero principal, bien señalizado, comienza casi de inmediato. Hay varias rutas de subida, pero la más popular y directa es la que te lleva en unos 20-40 minutos, dependiendo de tu ritmo. El camino es una mezcla de gravilla y tierra compacta, a veces con escalones de madera o piedra, pero en general es bastante accesible. No necesitas equipo especial, solo unas zapatillas cómodas para caminar y una botella de agua. Es una subida constante pero gratificante, apta para casi todos los niveles de forma física.
Una vez en la cima, además de la iglesia, encontrarás un restaurante tradicional (Gostilna Ledinek) que es perfecto para reponer fuerzas. Sirven comida eslovena casera, como "štruklji" (una especie de rollos de masa rellenos), salchichas, y sopas contundentes. También tienen bebidas frías y calientes. Es un lugar acogedor, con mesas tanto dentro como fuera, donde puedes sentarte y disfrutar del ambiente. Te recomiendo probar el té de hierbas local o un vaso de sidra de manzana casera. Los precios son razonables y el servicio es muy amable.
El mejor momento para visitar Šmarna Gora es por la mañana temprano, especialmente en primavera u otoño, cuando el aire es fresco y la luz es suave. Evita las horas centrales del día en verano, ya que puede hacer bastante calor y el sendero está expuesto en algunas partes. Si vas en fin de semana, espera más gente, ya que es un lugar popular entre los locales para hacer ejercicio. Por la tarde, la puesta de sol desde la cima es espectacular, pero asegúrate de llevar una linterna para el descenso si planeas quedarte hasta tarde. Hay varias rutas de bajada, algunas más empinadas que otras, así que elige la que mejor se adapte a ti.
¡Hasta la próxima aventura!
Elara del Camino