¡Hola, colega de aventuras! Acabo de volver de Racha Island, o Raya Island como la llaman algunos, en Phuket, y tengo que contarte todo. Imagina esto: el barco se acerca y el azul del mar empieza a cambiar. No es solo azul, es una paleta de turquesas y aguamarinas tan intensos que te pican los ojos. Sientes el vaivén suave bajo tus pies, el aire salado te acaricia la cara y, de repente, la proa apunta a una bahía. La arena es tan blanca que casi duele mirarla bajo el sol, y el agua… Dios, es tan transparente que puedes ver los peces nadando a metros de profundidad desde el barco. Esa primera impresión, ese impacto visual y la sensación de llegar a un paraíso casi virgen, fue lo que más me atrapó al instante.
Una vez que pones un pie en la arena de Patok Bay, la playa principal, sientes esa arena fina y suave bajo tus pies descalzos, tibia por el sol matutino. Es como pisar polvo de estrellas, no se pega. Escuchas el murmullo constante de las olas rompiendo suavemente, un arrullo que te invita a quedarte quieto, a simplemente ser. Pero ojo, lo que me sorprendió un poco es cómo esa paz se interrumpe a media mañana. De repente, empiezan a llegar los barcos de excursión, uno tras otro, y la bahía se llena de gente, ruido, risas. Si quieres vivir esa sensación de quietud que te describo, mi consejo es llegar muy temprano o quedarte en la isla y disfrutar de la tarde, cuando los barcos de día se han ido. Es entonces cuando la playa recupera su magia.
Si te gusta el mundo submarino, esto te va a volar la cabeza. Te sumerges y el agua te envuelve, fresca y cristalina, como una segunda piel. Tus ojos se abren a un mundo de colores vibrantes: el coral se mece con la corriente, y los peces, de todos los tamaños y colores imaginables, te rozan al pasar, sin miedo. Puedes casi sentir las burbujas de tu propia respiración subiendo. Hay zonas de coral duro, como jardines rocosos, y otras de coral blando que parecen plumas danzando. Lo que no me gustó tanto es que, cerca de la orilla principal, el coral ha sufrido un poco por el paso de los barcos y la gente. Pero no te desanimes: si te aventuras un poco más, hacia las rocas o las bahías más pequeñas, el espectáculo es impresionante. Puedes alquilar equipo en la isla o traer el tuyo; hay varios puntos de buceo y snorkel que son una pasada, especialmente Kon Kae Bay o Ter Bay si buscas algo más virgen.
Pero Racha no es solo playa. Decides alejarte de la orilla principal y tus pies encuentran un sendero de tierra. El aroma a tierra húmeda y vegetación tropical te llena la nariz, una mezcla dulce y terrosa que te conecta con la naturaleza de la isla. Escuchas el zumbido de los insectos y el canto de pájaros exóticos que no conoces. Lo que me sorprendió fue encontrar pequeñas granjas de búfalos de agua en el interior y algunos senderos que te llevan a miradores espectaculares, con vistas panorámicas de la isla y el mar infinito. Es un paraíso para caminar y explorar. Hay un par de restaurantes locales que no son los de los resorts, donde la comida es sencilla pero deliciosa y el ambiente, mucho más auténtico. Pregunta por ellos, valen la pena para probar el verdadero sabor local.
En cuanto a la logística, llegar a Racha es relativamente fácil: la mayoría de los barcos rápidos salen del muelle de Chalong o Rawai en Phuket. El trayecto es corto, unos 30-40 minutos. Respecto al alojamiento, hay opciones, desde resorts más lujosos hasta bungalows más sencillos, pero no esperes la variedad de Phuket. Lo que no me funcionó tanto es que las opciones son limitadas y los precios pueden ser un poco más altos de lo esperado, precisamente por la exclusividad de la isla. Mi consejo: si quieres quedarte, reserva con bastante antelación, sobre todo en temporada alta (de noviembre a abril), porque se llena. Y si vas solo por el día, intenta elegir un tour que salga temprano para aprovechar al máximo antes de que llegue la multitud.
En resumen, Racha Island es una joya. Me encantó la claridad del agua y la sensación de paz que se respira fuera de las horas punta. Lo que no me funcionó fue la masificación de turistas en ciertos momentos del día, le quita un poco de magia. Y lo que más me sorprendió fue lo mucho que se puede explorar más allá de la playa principal, encontrando rincones tranquilos y vistas espectaculares. Si buscas un escape rápido de Phuket, con playas de postal y un snorkel increíble, Racha es tu lugar, pero ve con la mentalidad de que hay momentos de mucha gente. Aun así, vale la pena cada segundo.
¡Nos vemos en la próxima aventura!
Max en movimiento.