Imagina que llegas a un edificio clásico, un poco escondido entre árboles, lejos del bullicio. No es tan ostentoso como otros, pero tiene una calma que te envuelve. Al cruzar la puerta, sientes el aire cálido y húmedo, una promesa de lo que viene. Escuchas el murmullo lejano del agua, como un secreto que se te invita a descubrir. Aquí es donde empieza todo, en la recepción, donde el primer paso es siempre hacia esa sensación de bienestar que ya casi puedes tocar.
Después de recoger tu pulsera, que es tu llave a este paraíso, te diriges a los vestuarios. No te compliques: busca una cabina privada si prefieres más espacio, o un casillero si solo necesitas guardar tus cosas. Una vez listo, sigues el pasillo, ya con la piel notando la diferencia de temperatura. Sales al exterior y el vapor te abraza. Hay varias piscinas al aire libre, pero te sugiero ir a la más cercana, la que tiene una temperatura agradable, no demasiado caliente. Es un bautismo suave. Sientes cómo el agua tibia envuelve tus piernas, luego tu cuerpo, y el frío del aire en tu cara contrasta con el calor de abajo. Es pura relajación desde el primer instante.
Una vez que te has aclimatado, déjate llevar por el vapor que sube, como si las piscinas respiraran. Hay varias piscinas exteriores, con distintas temperaturas. No te obsesiones con probarlas todas de golpe; quédate un rato en una, siente cómo los minerales empiezan a hacer su magia en tus músculos. Aquí, el sonido predominante es el chapoteo suave, alguna risa amortiguada y el susurro del vapor. Si cierras los ojos, puedes sentir el sol filtrándose entre la niebla del agua o el aire fresco de la tarde en tu piel. Es la perfecta introducción a la calma que Lukács ofrece.
Ahora, es hora de explorar el interior. Sigue los pasillos y te encontrarás con piscinas más pequeñas e íntimas, algunas con aguas más calientes y una concentración mineral más intensa. Aquí el aire es denso, casi puedes saborear los minerales. Sientes cómo el calor penetra aún más profundo. Luego, no te pierdas la piscina de "aventura": es una de las más divertidas. Imagina que te dejas llevar por una corriente suave que te empuja en círculos, como si el agua te diera un abrazo constante. Escuchas el agua arremolinarse a tu alrededor, y la sensación es como la de flotar sin esfuerzo en un río lento. Es un punto de inflexión en tu visita, donde la relajación se mezcla con un toque lúdico.
Para el gran final, después de la inmersión en las piscinas, es el momento de las saunas y los baños de vapor. Entra en una de las cabinas: el calor seco de la sauna es intenso, sientes cómo cada poro de tu piel se abre. El aroma a madera es sutil, casi imperceptible al principio, pero luego se vuelve parte de la experiencia. En el baño de vapor, el aire es denso y húmedo, y el vapor aromático llena tus pulmones. Sientes cómo el cuerpo se purifica. Después de unos minutos, sal y refréscate con una ducha fría, o sumérgete brevemente en una de las piscinas de agua fría; el contraste es vigorizante y te deja una sensación de ligereza increíble. Mi consejo es terminar con unos últimos minutos en tu piscina termal favorita, la que te haya parecido más reconfortante, dejando que el calor final se asiente en tu cuerpo. Es el cierre perfecto, una calma profunda que te acompaña al salir.
Algunos consejos prácticos, de amiga a amiga:
* Mejor hora: Por la mañana temprano o a última hora de la tarde, entre semana. Evitarás las multitudes.
* Qué llevar: Bañador, toalla, chanclas (¡imprescindibles!), y quizás un gorro de natación si planeas nadar en las piscinas de natación (no obligatorias para las termales, pero útiles).
* Hidratación: Bebe mucha agua. Te vas a deshidratar sin darte cuenta.
* Comida: Hay una pequeña cafetería, pero no esperes alta cocina. Mejor lleva un snack o planea comer fuera.
* Precio: Es más asequible que otros balnearios más famosos y te da acceso a todas las piscinas y saunas. Merece la pena cada céntimo.
* Duración: Calcula al menos 3-4 horas para disfrutarlo sin prisas.
Olya from the backstreets