Imagina que llegas a Odeonsplatz. De repente, el sonido de la ciudad se abre, no desaparece del todo, sino que se esparce en un espacio gigante. Sientes el aire fresco, quizás un poco más frío por la amplitud, y el suave rumor de la gente moviéndose a tu alrededor. Es una sensación de apertura, de amplitud, como si el cielo se hiciera más grande justo encima de ti. Caminas despacio, el suelo liso bajo tus pies, y te dejas llevar por esa sensación de expansión.
Unos pasos más y el suelo cambia, se vuelve más tosco, adoquines que te guían hacia una estructura imponente. Sientes la altura de las columnas antes de tocarlas, su piedra fresca y sólida bajo tus dedos si te acercas. El aire aquí se siente distinto, más denso, como si llevara el peso de la historia. A tu derecha, justo al lado, percibirás la grandiosidad de una iglesia. Si te detienes un momento, el eco de tus propios pasos se amplifica, y quizás escuches el suave repicar de una campana lejana.
Luego, la puerta de la iglesia se abre y el mundo exterior se desvanece. Un silencio profundo te envuelve, solo roto por el eco de tus propios pasos o el susurro de otros. El aire se siente más fresco, más denso, y un suave aroma a incienso, a historia, flota a tu alrededor. Tus pies notan el cambio de superficie, de la piedra exterior a un suelo más liso, quizás mármol, que resuena de forma diferente. Puedes sentir la inmensidad del espacio por encima de ti, la altura de las bóvedas, que te hacen sentir pequeño, pero a la vez, extrañamente, en paz.
Al salir, la luz del sol te da la bienvenida de nuevo, quizás un poco cegadora al principio. A tu izquierda, percibes una masa enorme, sólida, con texturas que hablan de siglos de historia, es la Residenz, el antiguo palacio de los reyes. Si giras a la derecha y caminas un poco más, el sonido cambia de nuevo. Escuchas el murmullo de una fuente, el canto de los pájaros, el crujido de la grava bajo tus pies. El aire se vuelve más suave, con el frescor de la vegetación. Es el Hofgarten, un oasis verde donde el tiempo parece ralentizarse, un respiro para los sentidos.
Ahora, un par de cosas prácticas. Para llegar, la estación de metro 'Odeonsplatz' te deja justo ahí, no tiene pérdida. Lo mejor es ir por la mañana temprano o al atardecer, cuando la luz es más amable y hay menos gente, lo que te permite sentir el espacio con más calma. Lleva calzado cómodo, vas a caminar bastante, y si planeas entrar a la iglesia, recuerda que es un lugar de culto. Hay cafeterías cerca si necesitas un café caliente para el frío o una cerveza fresca para el calor, y no te olvides de llevar una chaqueta ligera, el aire en la plaza puede ser traicionero.
Olya from the backstreets.