¡Hola! Acabo de volver de una experiencia que tenía pendiente hace tiempo: ¡el Parc des Princes en París! Y tengo que contarte todo, lo bueno, lo no tan bueno y lo que me dejó con la boca abierta.
Imagina que el aire se carga de algo diferente. No es el perfume de las panaderías de París, ni el olor a lluvia en las calles adoquinadas. Es un aroma a emoción, a expectativa. Mientras te acercas al Parc des Princes, sientes cómo el suelo vibra bajo tus pies, no por el metro que pasa, sino por la m marea de gente que se mueve contigo. Escuchas un murmullo que crece, como un río que se ensancha, y de repente, se convierte en un canto, un grito, una risa. La energía es casi palpable, te envuelve como una bufanda. Puedes sentir la anticipación en el ambiente, una electricidad que te eriza la piel, incluso antes de ver el estadio. Es el sonido de miles de corazones latiendo al unísono, preparándose para algo grande.
Una vez dentro, la atmósfera te golpea de lleno. El rugido de la multitud no es solo un sonido, es una vibración que te recorre, desde el pecho hasta los pies. Si extiendes la mano, casi podrías tocar la pasión que flota en el aire. El grito de "¡Allez Paris!" es un coro que te hace vibrar las cuerdas vocales, aunque no cantes. Puedes sentir el aliento de la gente a tu alrededor, el calor que desprenden, la euforia colectiva. Cuando el balón toca la red, el estruendo es tan potente que te hace cerrar los ojos instintivamente, y luego sientes un alivio, una explosión de alegría que se contagia. Es una experiencia visceral, donde cada gol es un terremoto personal y colectivo. Lo que más me sorprendió fue cómo, incluso sin ser un fanático del fútbol, esa energía te atrapa por completo.
Ahora, hablemos de lo práctico. Llegar es bastante sencillo si usas el metro. La línea 9 te deja en Porte de Saint-Cloud, y la línea 10 en Porte d'Auteuil. Desde cualquiera de las dos, es una caminata de unos 10-15 minutos, siguiendo a la multitud, así que no hay pérdida. Lo más importante: compra las entradas con muchísima antelación y solo en la web oficial del PSG. Los revendedores son un riesgo y no valen la pena. Para entrar, ve con tiempo. La seguridad es estricta, te revisan bien, y las colas pueden ser largas, especialmente si vas justo antes del pitido inicial. Yo llegué una hora y media antes y fue perfecto para ubicarme sin prisas.
Una vez dentro, si tienes hambre o sed, hay bastantes puestos de comida y bebida. Espera precios de estadio, claro. Una cerveza puede costar unos 8-10 euros y un perrito caliente unos 6-8 euros. No es alta cocina, pero cumple. Para comprar souvenirs, hay tiendas oficiales dentro y fuera del estadio. La principal está cerca de la entrada principal, pero prepárate para las colas, especialmente después del partido. Un consejo: si buscas algo específico y no te importa la experiencia de la tienda, a veces es mejor comprar online después, o en la tienda del PSG en los Campos Elíseos si ya estás por ahí. Lo que no me gustó fue lo lentas que eran las colas para la comida, incluso llegando con tiempo.
Una cosa que me sorprendió fue lo bien organizado que está todo una vez que pasas los controles de seguridad. A pesar de la cantidad de gente, el flujo es bastante lógico. Lo que menos me gustó, aparte de las colas para comer que ya mencioné, fue la dificultad para moverse por los pasillos durante el descanso. Estaba muy abarrotado y era un poco estresante. En general, la experiencia es mucho más que un partido de fútbol; es un evento cultural, una inmersión en la pasión parisina por su equipo. Incluso si no te apasiona el fútbol, merece la pena por la atmósfera.
Un abrazo desde el camino,
Olya from the backstreets