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Visión general
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¡Amigos, hoy os invito a un viaje sensorial a un tesoro de Bar Harbor!
Al cruzar las pesadas puertas de madera del Criterion Theater, el bullicio exterior se disuelve, reemplazado por un eco suave y envolvente. El aire interior es más denso, cargado con el dulce aroma de palomitas recién hechas que se mezcla con un sutil matiz a madera pulida y terciopelo antiguo, una fragancia de historia. Bajo tus pies, una alfombra gruesa y mullida amortigua cada paso, guiándote sin prisa a través de un espacio donde las paredes, si las tocas, revelan la frialdad del yeso trabajado con relieves ornamentados, un arte táctil de filigranas y volutas.
El espacio principal te abraza con su grandeza. Al sentarte, el terciopelo de los sillones, suave y ligeramente gastado por el tiempo, cede un poco, invitándote a hundirte en su confort. Escucha con atención: el murmullo expectante de las voces se mezcla con el ocasional crujido de la madera antigua y el siseo del aire acondicionado, creando una sinfonía de anticipación. Pero el sonido más mágico es el del órgano Wurlitzer, cuyas notas vibrantes llenan el espacio, unas veces majestuosas, otras juguetones, haciendo que el aire vibre a tu alrededor, casi como si pudieras sentir la música en el pecho. Es un ritmo pausado, de reverencia y asombro, donde cada detalle te susurra historias pasadas.
¡Hasta la próxima aventura, exploradores de sensaciones!
El acceso exterior al Criterion Theater presenta rampas suaves y pavimentación uniforme, con puertas de entrada amplias. Los umbrales interiores son mínimos, y los pasillos principales son suficientemente anchos para sillas de ruedas, con áreas designadas. Aunque en eventos concurridos el flujo puede ser denso, el diseño del espacio permite una circulación gestionable. El personal demuestra una actitud proactiva y muy servicial, siempre dispuesto a ofrecer asistencia.
¡Hola, exploradores de lo auténtico!
Al pasear por Bar Harbor, es imposible no quedar prendado del Criterion Theater, una joya Art Decó que se alza majestuosa en la calle principal. Pero lo que los barbarenses te susurrarán es que, más allá de su fachada icónica y su marquesina brillante, el Criterion guarda un secreto olfativo: un persistente aroma a palomitas de mantequilla de verdad, no las de ahora, que se ha adherido a sus paredes de terciopelo desde hace décadas, una fragancia que te envuelve y transporta antes de que empiece la película. Fíjate también en el tercer asiento de la cuarta fila en el balcón; dicen que es el punto exacto donde la acústica es perfecta, donde cada nota de una orquesta en vivo resuena con una claridad asombrosa, y donde se siente una brisa imperceptible, casi un suspiro del pasado que atraviesa el antiguo edificio. Es un lugar donde el tiempo parece ralentizarse, donde el suave crepitar de las viejas tablas del escenario durante una pausa silenciosa es tan parte del espectáculo como la proyección misma. Y si tienes suerte, verás cómo la luz del atardecer, en ciertos ángulos, ilumina el polvo suspendido en el aire del proyector, creando un efímero ballet dorado que solo los ojos pacientes captan. El Criterion no es solo un cine; es una cápsula del tiempo, un santuario de historias susurradas y momentos compartidos, un latido constante en el corazón de Bar Harbor.
¡Nos vemos en el próximo rincón con encanto!
Inicia en el vestíbulo principal para apreciar su arquitectura original; omite la fila de la dulcería si está muy concurrida. Guarda el auditorio principal para el final, especialmente desde el balcón, por su majestuosidad intacta. Busca el telón original del escenario de vodevil, es una joya histórica inesperada. Cierra los ojos e imagina el cine mudo; la acústica del lugar sorprende en cualquier evento.
Visite por la tarde para espectáculos; una función dura aproximadamente dos horas. Compre entradas en línea con antelación para evitar colas, especialmente en temporada alta. Hay baños dentro del teatro y varias cafeterías a pocos pasos en Main Street. No llegue tarde; las puertas cierran puntualmente al inicio de la función.