Pedra Bonita Tours and Tickets

¡Prepárate para sentir Río de Janeiro de una forma que pocos experimentan! No vamos a un mirador cualquiera; vamos a Pedra Bonita, un lugar donde el pulso de la ciudad se desvanece y la naturaleza te abraza. Imagina esto: el asfalto bajo tus pies se convierte poco a poco en tierra compacta, luego en gravilla suelta. Sientes cómo el aire empieza a cambiar, ya no huele a gases de escape, sino a humedad, a hojas mojadas, a tierra fresca y a algo indefinible que solo el bosque puede ofrecer. Escuchas el murmullo lejano de la ciudad que se apaga, y el sonido de tus propios pasos sobre las pequeñas piedras y las hojas secas toma el protagonismo. Es un camino de ascenso suave al principio, lo suficiente para que tus músculos empiecen a activarse, pero sin exigirte demasiado, como una invitación amable a dejarte llevar.

A medida que te adentras, el sendero se vuelve más pronunciado, pero sigue siendo claro y bien marcado. Es una mezcla de tierra, raíces expuestas que actúan como pequeños escalones naturales y rocas que sobresalen aquí y allá. No es un camino liso ni empedrado, sino una senda de bosque, orgánica, que se curva y serpentea entre la densa vegetación. Puedes sentir la inclinación constante bajo tus pies, y el calor del sol se filtra a través del dosel de los árboles, creando manchas de luz y sombra que bailan a tu alrededor. El aire se siente más fresco, más denso, y si aguzas el oído, podrías escuchar el canto de algún pájaro escondido o el zumbido de insectos. Este tramo es el corazón de la subida, te lleva por unos 30 a 40 minutos de caminata constante, así que asegúrate de llevar calzado cómodo y con buen agarre. No hay atajos, es un solo camino bien definido que te guía.

Cuando sientes que la pendiente se suaviza y el aire se vuelve más abierto, sabes que estás llegando. El sendero se ensancha un poco, y la vegetación densa da paso a una zona más expuesta, con menos árboles. Aquí, el suelo puede ser un poco más rocoso y suelto en los últimos metros antes de la rampa de vuelo libre, que es el punto culminante. Sientes el viento en tu cara, un alivio fresco después de la subida, y el sol te inunda por completo. Ya no escuchas el bosque, sino el susurro del viento, y a veces, la voz emocionada de alguien que se prepara para despegar en parapente. Es un espacio amplio y despejado, con una plataforma de lanzamiento inclinada y lisa de hormigón, perfectamente perceptible bajo tus pies, que se extiende hacia el vacío. A un lado, hay una zona de mirador más natural, con rocas planas y tierra, donde puedes sentarte. Es un lugar para sentir la inmensidad, el espacio, el viento y el sol sin barreras, con el vasto horizonte abriéndose delante de ti.

Para el descenso, generalmente se utiliza el mismo sendero. Ten en cuenta que, aunque la subida es moderada, la bajada puede ser resbaladiza si ha llovido, así que pisa con cuidado las raíces y las rocas. No hay baños ni tiendas en el sendero, así que lleva tu propia agua y quizás un pequeño snack. Es una experiencia inmersiva, así que planea al menos dos horas entre la ida, la estancia arriba y la vuelta. La mejor hora para ir es temprano en la mañana, para evitar el calor y las multitudes, y tener la oportunidad de sentir la tranquilidad del lugar antes de que otros lleguen.

Ana por el mundo

¡Hola, aventurero! Si hay un lugar en Río donde el alma se siente libre y el aire tiene un sabor especial, ese es Pedra Bonita. ¿Cuándo se siente mejor? Olvídate solo del mes. Imagina esto: es temprano por la mañana, justo cuando el sol empieza a asomarse, entre mayo y septiembre. El aire todavía tiene ese frescor de la noche, una humedad suave que no pesa, y huele a tierra mojada, a hojas de eucalipto y a la promesa de un día despejado. Puedes sentir una brisa ligera que te acaricia la piel mientras subes, llevándose el calor de la ciudad. Escuchas el trino de los pájaros despertando, el susurro del viento entre los árboles y, a medida que ganas altura, un lejano murmullo del océano que te envuelve. No hay prisa, solo la quietud de la naturaleza y la anticipación de la vista que te espera. Es un momento de pura conexión, donde cada paso te ancla al presente.

Ahora, sobre la gente y el humor del lugar... Si vas en ese horario ideal que te comenté, muy temprano, sentirás la montaña casi para ti. Hay algunos madrugadores, sí, pero la energía es de respeto y silencio compartido. La multitud, si la hay, es de gente que busca lo mismo: paz y una vista espectacular. Si vas más tarde, especialmente los fines de semana o feriados, la cosa cambia. El sendero puede llenarse, escucharás más conversaciones, risas, y el ambiente se vuelve más de "paseo con amigos". La energía es distinta, más vibrante pero menos íntima. Y el clima, ¡ah, el clima! Un día soleado después de una noche de lluvia es mágico: el cielo está límpido, el verde de la Mata Atlántica resalta, y la vista de la Pedra da Gávea y el océano es nítida, casi tangible. Pero no subestimes un día nublado. Si las nubes están altas, puedes sentirte inmerso en una atmósfera mística, como si caminaras entre algodones, y la ciudad de abajo se esconde y revela en un juego de escondite fascinante. Eso sí, si hay pronóstico de lluvia, ni lo intentes. El sendero se vuelve resbaladizo, peligroso, y la vista simplemente desaparece. No vale la pena el riesgo.

Para que tu experiencia sea top, aquí van unos consejos prácticos, como si te los mandara por WhatsApp. Ve entre semana si puedes, o súper temprano el fin de semana. Lleva al menos un litro de agua por persona, no subestimes la subida. Usa zapatillas de trekking o unas deportivas con buen agarre; el terreno es irregular. Una chaquetita ligera es buena idea para la cima, la brisa puede ser traicionera. Para llegar, lo más cómodo es Uber o taxi hasta la entrada del sendero; no hay transporte público directo y el estacionamiento es limitado. Una vez arriba, tómate tu tiempo. Siente el viento en la cara, escucha los sonidos, mira los parapentes despegando si tienes suerte. La bajada es más rápida pero exige concentración para no resbalar. No hay baños ni tiendas en el sendero, así que planifica. Y lo más importante: no dejes basura. La montaña es sagrada.

Cuando finalmente llegas a la cumbre, la sensación es indescriptible. Es como si el mundo se abriera ante ti. Puedes sentir la inmensidad del cielo sobre tu cabeza y la ciudad extendiéndose a tus pies, un lienzo vibrante. El aire en la cima es más puro, más libre. Escucharás el silbido del viento, el eco de tu propia respiración y, a veces, el grito de un parapentista al lanzarse. Es un momento para respirar hondo, para sentir el sol en tu piel y para darte cuenta de lo pequeños que somos ante tanta belleza. La bajada es una transición, un regreso gradual a la realidad, pero con la mente llena de esa vista y el cuerpo ligero por el esfuerzo. Es una caminata que te recarga, te limpia y te deja con el alma llena de Río.

Max de la Ruta

¡Hola, viajeros del alma! Hoy quiero llevaros a un lugar de Río de Janeiro que me robó el corazón, no por su fama de postal, sino por lo que te hace *sentir*: la Pedra Bonita.

Imagina que empiezas a caminar. No hay ruido de coches, solo el suave crujido de las hojas secas bajo tus pies y el canto intermitente de algún pájaro tropical. El aire es denso y húmedo, con ese olor a tierra mojada y a vegetación exuberante que solo encuentras en la Mata Atlántica. Sientes el calor del sol filtrándose entre las copas de los árboles, y poco a poco, el ritmo de tu respiración se acompasa con el ascenso. Hay tramos donde la tierra se vuelve más suelta, y notas cómo tus músculos trabajan para impulsarte, ese pequeño esfuerzo que sabes que valdrá la pena. A veces, la brisa se cuela por un claro, trayendo un alivio momentáneo y el aroma dulce de alguna flor silvestre. No es solo una caminata; es un diálogo con la montaña, un respiro profundo antes de la magia.

Y entonces, llegas. La cima. El espacio se abre de golpe y el viento te envuelve, fresco y libre, acariciando tu piel sudorosa. Extiendes los brazos y puedes casi tocar el cielo. ¿El sonido? El rumor lejano del Atlántico chocando contra la costa, un eco de la inmensidad. Puedes sentir la roca calentada por el sol bajo tus palmas, áspera y sólida, anclándote a ese momento. Abajo, el verdor de la Floresta de la Tijuca se extiende como un manto irregular, salpicado por el brillo lejano de la ciudad y las curvas perfectas de las playas de São Conrado e Ipanema. Mi amiga, una carioca de pura cepa, me contó una vez que su abuelo solía subir aquí de joven, no por la vista, sino para "poner los pensamientos en orden". Decía que desde Pedra Bonita, uno se da cuenta de lo pequeños que son los problemas frente a la grandeza del mundo, y que la brisa te los lleva lejos. Es ese tipo de paz, esa perspectiva, lo que realmente hace que este lugar importe.

Para llegar, lo más práctico es ir en taxi o coche de aplicación hasta la entrada del Parque Nacional da Tijuca, sector Pedra Bonita. Una vez allí, es un sendero bien señalizado, pero que requiere un poco de esfuerzo. Asegúrate de llevar zapatillas cómodas y con buen agarre, de esas que no te resbalen en la tierra suelta. Imprescindible: una botella de agua grande, protector solar (¡el sol de Río no perdona!) y repelente de insectos, especialmente si vas temprano o al atardecer, la Mata Atlántica tiene sus "habitantes". No hay tiendas ni puestos de venta en la cima, así que lleva todo lo que necesites para tu hidratación y un pequeño snack si lo deseas.

El mejor momento para subir es a primera hora de la mañana, justo después de que abran (normalmente sobre las 8 AM), o a media tarde, unas dos o tres horas antes del atardecer. Así evitas el calor más intenso del mediodía y, si tienes suerte, puedes ver un amanecer o un atardecer espectaculares desde arriba. Además, es cuando hay menos gente. Si eres aventurero, este es el punto de despegue para los vuelos de parapente y ala delta, así que verás a mucha gente preparándose para lanzarse al vacío, lo que ya es un espectáculo en sí mismo. No te salgas del sendero marcado, es por tu seguridad y por la conservación del parque. Y por favor, llévate toda tu basura contigo. ¡La naturaleza nos regala tanto, es lo mínimo que podemos hacer!

Un abrazo desde la carretera,

Olya from the backstreets

¡Hola, aventurero! Si hay un lugar en Río que te abraza con su inmensidad y te susurra historias de la naturaleza, es Pedra Bonita. Imagina que el aire de la mañana, aún fresco y húmedo, te envuelve mientras tus pies sienten el camino de tierra bajo las hojas caídas. Escuchas el coro constante de los pájaros, un concierto que te acompaña mientras el sendero asciende suavemente. Hay un olor a tierra mojada y a vegetación densa, una fragancia de vida que te llena los pulmones con cada paso, como si la montaña misma te diera la bienvenida.

A medida que el camino se empina un poco, sientes la tensión en tus músculos, pero sabes que cada esfuerzo vale la pena. De repente, el bosque se abre. Aquí, en la cima, es donde tu cuerpo se expande y el mundo se revela. Es el punto perfecto para "la foto", no solo porque la vista es inigualable, sino porque es donde el viento te golpea con la fuerza de la libertad. A tu alrededor, no hay paredes, solo el azul infinito del cielo y el verde exuberante de la Floresta de Tijuca extendiéndose como un manto. Debajo, sientes la inmensidad del océano Atlántico, sus olas rompiendo en la orilla, aunque no las veas, las escuchas, un murmullo constante y poderoso. La brisa marina, salada y fresca, te roza la piel, recordándote que estás suspendido entre el cielo y el mar.

Para capturar esa sensación con la mejor luz y menos gente, te recomiendo ir temprano. Muy temprano. Piensa en llegar al sendero tipo 7 u 8 de la mañana. A esa hora, el sol está bajo, creando una luz suave y dorada que baña todo el paisaje, sin quemar tu piel y sin crear sombras duras. Además, evitarás las multitudes, lo que te permitirá sumergirte en la quietud del lugar. Para llegar, lo más práctico es un Uber o taxi; no hay transporte público directo hasta la base del sendero. Asegúrate de llevar agua, protector solar y calzado cómodo. Es una caminata moderada, pero no querrás arruinar la experiencia con ampollas.

Antes de llegar a la cumbre principal, hay un desvío hacia la rampa de despegue de ala delta y parapente. Aquí, el sonido del viento adquiere una dimensión diferente. Escuchas el susurro del aire, el crujido de las velas de tela y, a veces, el grito de emoción de alguien que se lanza al vacío. Sientes la energía de la anticipación, la adrenalina flotando en el ambiente. Aunque no vueles, la experiencia de ver a estas personas al borde del abismo, y luego elevarse, es inspiradora. El suelo bajo tus pies vibra con la energía de esos despegues.

Y cuando finalmente te sientas en una roca, con el sol calentándote la cara y el viento despeinándote, entiendes por qué este lugar se llama "Pedra Bonita". No es solo una vista, es una sensación de conexión profunda. La ciudad, allá abajo, parece un juguete, y tú, arriba, te sientes parte de algo mucho más grande, algo que respira y vive. Es la paz que encuentras cuando te rindes a la inmensidad.

Max in motion.

¡Hola, viajeros! Acabo de volver de Pedra Bonita en Río de Janeiro y tengo que contarte todo. Olvídate de las postales, esto es otra cosa. Imagina que te adentras en la Mata Atlántica, los sonidos de la ciudad se van apagando y lo único que escuchas es el crujido de las hojas bajo tus pies y el canto de pájaros que nunca antes habías oído. Sientes la humedad del aire acariciándote la piel, un olor a tierra mojada y vegetación exuberante que te envuelve. El sendero, aunque empinado en algunos tramos, es una invitación a conectar: tus músculos trabajan, tu respiración se acompasa con el ritmo de la selva. Es una subida constante, pero cada paso te sumerge más en esa energía verde, anticipando lo que te espera.

Y entonces, de repente, la selva se abre. El viento te golpea suavemente la cara, un soplo fresco que te despeja la mente. No es solo una vista, es una inmensidad que te abraza. Tus ojos intentan abarcar la Lagoa Rodrigo de Freitas, las playas de Ipanema y Leblon extendiéndose hacia el horizonte, el Cristo Redentor y el Pan de Azúcar asomando entre las montañas... pero desde una perspectiva completamente diferente. Es como si estuvieras flotando por encima de todo, viendo el alma de Río desde arriba. Me sorprendió la quietud a pesar de la grandeza, la sensación de estar en un balcón privado sobre la ciudad. Es un momento para respirar hondo y dejar que la escala de todo te inunde.

Ahora, hablemos de lo práctico. Para llegar, lo más fácil es un Uber o taxi directamente hasta la entrada del sendero. No te compliques con el transporte público, te tomará mucho tiempo y varias conexiones. Una vez allí, el sendero está bien señalizado, pero no subestimes la caminata. Lleva agua, y bastante. Unos snacks energéticos para la cima son una bendita adición. Y, por favor, zapatillas cómodas y con buen agarre. Lo ideal es ir a primera hora de la mañana, tipo 7 u 8 am. Evitarás el calor fuerte del mediodía y, si tienes suerte, las vistas estarán más claras y con menos gente. Ir más tarde es posible, claro, pero el sol puede ser implacable y el camino más concurrido.

Algo que no te puedes perder, incluso si no vas a saltar, es acercarte a la rampa de ala delta. Está justo al lado del mirador principal y es una experiencia ver a la gente prepararse para volar. El ambiente es electrizante, una mezcla de nerviosismo y pura adrenalina. Puedes sentir la anticipación en el aire. La caminata en sí, te diría que es de dificultad media. No necesitas ser un atleta, pero sí tener una condición física básica. Hay zonas con rocas y raíces, así que presta atención donde pisas. Me sorprendió lo bien mantenido que está el sendero, considerando que es una zona de selva. Lo que sí 'no funcionó' para mí fue ver a gente intentando subir con chanclas o zapatos de calle... ¡por favor, no hagas eso!

En resumen, Pedra Bonita es una joya. Si te gusta la naturaleza y quieres una perspectiva de Río que pocos tienen, este es tu lugar. No es solo una foto para Instagram, es una experiencia que te conecta con la ciudad y su entorno natural de una manera muy profunda. Vale cada gota de sudor. Si eres de los que prefiere el aire acondicionado y las tiendas, quizá no sea para ti, pero si buscas sentir Río con todos tus sentidos, no lo dudes. Es un recordatorio de lo salvaje y hermoso que puede ser este lugar, incluso estando tan cerca de una metrópolis. Te deja con una sensación de logro y una imagen grabada en la memoria que va más allá de lo visual.

Olya from the backstreets

¡Hola, exploradores del alma! Hay lugares que te abrazan con su energía antes incluso de que los veas, y la Pedra Bonita en Río es uno de ellos. Imagina que subes por una carretera serpenteante, y el aire empieza a cambiar. Ya no sientes el calor denso de la ciudad, sino una brisa más fresca, cargada con el aroma a tierra húmeda y el dulzor de las hojas tropicales. Tus oídos se llenan con el susurro del viento entre los árboles y, a veces, el canto lejano de algún pájaro que no conoces.

Caminas, y el suelo bajo tus pies cambia, de asfalto a una tierra más suelta, quizá alguna piedra pequeña que te obliga a sentir cada paso. De repente, el sonido se amplifica. No es el tráfico, sino el viento que te envuelve, y el eco de las voces de otros que, como tú, buscan la cima. Sientes cómo la luz del sol se filtra entre las copas de los árboles, creando un juego de sombras que te guía. Y entonces, llegas. El espacio se abre. Sientes el sol cálido en tu piel, pero también una brisa constante que te acaricia. Escuchas el rumor de la ciudad abajo, como un murmullo distante, casi olvidado. Pero lo que realmente te envuelve es el silencio inmenso del cielo abierto, solo interrumpido por el batir de alas de los parapentes que se lanzan al vacío. Es una sensación de libertad pura, de inmensidad, como si pudieras tocar el horizonte con la punta de tus dedos. La energía de ese lugar es tan palpable que te recorre el cuerpo, dejándote con una calma y una perspectiva que solo la naturaleza puede regalar.

Ahora, si lo que necesitas es una silla de ruedas o un scooter eléctrico para moverte por la zona de Pedra Bonita, la situación es un poco más delicada porque no hay puntos de alquiler *justo allí*. Pedra Bonita es un parque natural y el acceso a la rampa de vuelo libre es en coche, pero la ruta a la cima a pie es un sendero de trekking, no apto para sillas de ruedas. Para la zona de la rampa, que es donde la mayoría va para las vistas, puedes llegar en vehículo, pero aún así, el terreno no es perfectamente liso, es más bien una zona de tierra y hierba. Para conseguir una silla o scooter, tendrás que buscar en los barrios cercanos más grandes, como São Conrado o Barra da Tijuca. Lo más común es contactar con "ortopédicas" (tiendas de suministros ortopédicos) o algunas farmacias grandes que ofrecen este servicio de alquiler. No es algo que encuentres en cada esquina, así que te recomiendo que lo organices con antelación. Puedes buscar online "aluguel de cadeira de rodas Rio de Janeiro" o "locação scooter elétrico Barra da Tijuca" y contactarles directamente. Algunas empresas ofrecen entrega a domicilio, lo cual sería ideal. En cuanto a precios, varían mucho, pero espera pagar por día o por semana. Siempre pregunta por la disponibilidad y si tienen servicio de entrega. Es clave planificar esto con tiempo para asegurarte de que lo tienes cuando lo necesites, ya que no es una solución de último minuto en el lugar.

¡A seguir explorando sin límites!

Léa from the road

Si alguna vez te has preguntado qué se siente al subir a Pedra Bonita en Río, déjame contarte. Imagina que el ruido de los coches se desvanece lentamente mientras el asfalto da paso a un camino de tierra. El aire se vuelve más fresco, y un aroma a verde húmedo, a tierra mojada y a follaje denso empieza a envolverte. Sientes la ligera pendiente bajo tus pies, al principio casi imperceptible, y el sol que se filtra tímidamente entre las copas de los árboles, salpicando el sendero con parches de luz y sombra. Es el inicio de una inmersión en la naturaleza.

A medida que avanzas, la selva se cierra un poco más a tu alrededor. Escuchas el canto de los pájaros, el zumbido de los insectos y el crujido de las hojas secas bajo tus zapatillas. Sientes el esfuerzo en tus piernas, un calor suave que se extiende por tu cuerpo mientras el camino asciende, a veces suavemente, otras con raíces expuestas y rocas que te piden un pequeño salto o un apoyo extra para las manos. El olor a humedad se intensifica, mezclado con la fragancia dulce de alguna flor o el aroma terroso de la madera. Podrías sentir una gota de sudor resbalando por tu sien, pero la brisa que se cuela entre los árboles te refresca al instante.

Y de repente, el espacio se abre. El viento te golpea la cara, fresco y salado, trayendo consigo el eco lejano de las olas rompiendo en la costa. Sientes el sol en tu piel, pero la brisa constante te mantiene alerta. El aire es puro, ligero, y tus ojos no saben dónde posarse primero. La inmensidad se extiende ante ti: la vasta mancha verde de la Floresta da Tijuca, el azul intenso del océano que se funde con el cielo, y allá abajo, como pequeños juguetes, las casas y edificios de la ciudad. Puedes escuchar el suave murmullo de Río a lo lejos, mezclado con el grito de alguna gaviota o el siseo del viento al pasar por tus oídos. Es una sensación de vértigo y libertad a la vez, como si pudieras tocar las nubes.

Para llegar a Pedra Bonita, lo más práctico es tomar un Uber o un taxi hasta la entrada del Parque Nacional da Tijuca, sector Pedra Bonita. Desde allí, el sendero está bien señalizado. La caminata es de dificultad moderada, no muy larga, te tomará unos 30 a 45 minutos subir, dependiendo de tu ritmo. Asegúrate de llevar calzado cerrado y cómodo, como zapatillas de trekking o deportivas. No olvides una botella de agua, especialmente si vas en un día caluroso, y repelente de insectos. No hay tiendas ni agua en el camino, así que ve preparado.

Una vez arriba, tómate tu tiempo para disfrutar de la vista. Es un lugar popular para los despegues de parapente, así que si te interesa, puedes ver a la gente prepararse y lanzarse desde la rampa. Si solo quieres contemplar, siéntate en alguna de las rocas, cierra los ojos y escucha el viento. El mejor momento para ir es temprano por la mañana para evitar el calor y la aglomeración, además de que la visibilidad suele ser más clara. Si vas al atardecer, los colores son espectaculares, pero la bajada será con menos luz. Siempre es buena idea ir acompañado y recuerda llevar de vuelta toda tu basura.

Olya desde las callejuelas.

Imagina que el sol de Río empieza a calentar la piel, pero no de esa forma agobiante de la playa, sino con una calidez suave que te invita a moverte. Sientes la brisa, aún fresca, que te roza la cara mientras te alejas del bullicio. Los sonidos de la ciudad, antes un murmullo constante, empiezan a desvanecerse, reemplazados por una sinfonía más tenue, más natural. Escuchas el zumbido lejano de algún insecto, el canto de un pájaro que no conoces. Es la promesa de la naturaleza, el llamado de Pedra Bonita.

A medida que el camino se estrecha y empiezas el ascenso, notarás un cambio. Tus pies se adaptan a la tierra suelta y las raíces que actúan como escalones naturales. El aire se vuelve más denso, cargado de un aroma inconfundible: ese olor a tierra húmeda y a vegetación densa que solo encuentras en la Mata Atlántica, una mezcla de hojas en descomposición y el dulzor de flores invisibles que te envuelve y te dice: "estás en el corazón de la naturaleza". Puedes sentir la humedad en el aire, el calor que empieza a subir por tus piernas con cada paso, mientras el murmullo de la vida salvaje te rodea, cada vez más cerca.

Y entonces, llegas. No es solo una vista; es una sensación. El viento te golpea, fresco y libre, como si te quitara el peso de los hombros. Escuchas el susurro del aire, el eco lejano de las olas rompiendo en la costa, y, si agudizas el oído, el sonido casi imperceptible de las velas de los parapentes inflándose, listos para volar. Sientes la inmensidad bajo tus pies, la escala de la ciudad extendiéndose como un mapa gigante, y te das cuenta de lo pequeño que eres, y a la vez, de la inmensa libertad que te embarga.

Para llegar, lo más sencillo es usar un taxi o una aplicación de transporte, pídele que te deje en la rampa de despegue de parapente de São Conrado. Desde ahí, el sendero a la cima de Pedra Bonita está bien señalizado, es una caminata de unos 30-40 minutos, según tu ritmo. Lo ideal es ir por la mañana temprano para evitar el calor más intenso y disfrutar de la mejor luz. Lleva bastante agua, un buen calzado para caminar, protector solar y repelente de insectos. No hay tiendas ni agua arriba, así que prepárate bien. Es un sendero seguro, pero siempre mantente en el camino marcado.

Olya from the backstreets

¿Listo para sentir Río de Janeiro de una forma única? Imagina el aire cálido y húmedo de la Mata Atlántica acariciando tu piel, el aroma a tierra mojada y hojas verdes que te envuelve mientras te adentras en el Parque Nacional da Tijuca. Escuchas el murmullo constante de la selva: el canto de pájaros exóticos, el zumbido de insectos invisibles, y, si tienes suerte, el grito lejano de algún mono. Tú caminas, sintiendo la tierra blanda y las hojas secas crujir bajo tus pies, absorbiendo cada sonido, cada olor, como si la naturaleza te diera un abrazo.

El sendero hacia la cima de Pedra Bonita es una experiencia en sí misma. A veces, el camino se vuelve una alfombra de raíces entrelazadas y piedras. Sientes la irregularidad bajo tus pies, cada paso es una pequeña danza. Presta atención: después de la lluvia, o incluso por la humedad de la selva, algunas rocas pueden sentirse resbaladizas como jabón. No hay prisa para subir, así que tómate tu tiempo. Unas buenas zapatillas con agarre son clave para que tus pies sientan bien el suelo y evites cualquier resbalón inesperado. Tu cuerpo te agradecerá la precaución.

Al llegar a la cima, sientes la brisa fresca que te golpea la cara, una recompensa por el esfuerzo. Puedes casi "tocar" el horizonte, imaginando la inmensidad del océano Atlántico extendiéndose hasta donde la vista no alcanza, y la ciudad de Río desplegándose como un mapa tridimensional bajo tus pies. Aquí arriba, la sensación es de pura libertad. Pero, tanto en la cima como, sobre todo, al bajar y en la zona de aparcamiento o en los accesos con más gente, mantén tus cosas cerca. Tu móvil, tu cartera... hay quienes se aprovechan de la distracción que provoca un paisaje tan impresionante. No es para asustarte, solo para que estés atento y disfrutes sin preocupaciones.

El descenso es más rápido, pero no bajes la guardia. Sigue prestando atención a cada piedra, a cada raíz. La selva te acompaña de vuelta, sus sonidos, sus aromas. Es una experiencia que se graba en el cuerpo, no solo en la vista, y vale la pena vivirla con todos los sentidos alerta y seguros.

Olya desde las callejuelas.

Imagina el aire fresco de la mañana llenando tus pulmones mientras el aroma a tierra húmeda y vegetación te envuelve. Caminas por un sendero suave, donde el murmullo de la ciudad de Río se desvanece lentamente, reemplazado por una sinfonía sutil. Aquí, en Pedra Bonita, la naturaleza no solo se ve; se siente en cada fibra de tu ser, una invitación a desconectar y escuchar.

Si tu corazón late al ritmo del canto de las aves, este es tu santuario. Presta atención y podrías avistar tucanes de pico negro, sanhaços de colores vibrantes o incluso colibríes revoloteando como joyas esmeralda. Para tener la mejor oportunidad, busca los pequeños claros y los bordes del sendero principal, especialmente en la parte baja, antes de que el camino se empine hacia la rampa del despegue de parapente. Hay zonas con vegetación densa y poca gente, perfectas para mimetizarte con el entorno. Tu mejor apuesta es llegar muy temprano, justo con el primer atisbo del amanecer. Es cuando la actividad aviar es máxima y la luz es suave. Otra buena opción es la última hora de la tarde, cuando los sonidos del día empiezan a calmarse.

Para que tu experiencia sea completa, considera llevar unos prismáticos ligeros. No necesitas un equipo profesional, solo algo que te ayude a ver esos detalles elusivos. Vístete con ropa discreta, de colores neutros, para no sobresalir. Y lo más importante: la paciencia es tu mejor aliada. A veces solo escucharás un silbido lejano, otras veces serás testigo de un despliegue de color inesperado. Mantén el silencio, respira hondo y déjate llevar por la magia del bosque.

Olya from the backstreets