¡Imagina esto! Estás de pie, el viento te acaricia la cara, y el aire, fresco y antiguo, te llena los pulmones. Bajo tus pies, sientes la rugosidad de piedras milenarias, cada una con una historia silenciosa. Levantas la vista y se extiende ante ti, serpenteando por las montañas, una silueta que se pierde en el horizonte brumoso. No es solo una pared; es una respiración colectiva, un eco de millones de pasos y susurros a lo largo de los siglos. Sientes la inmensidad bajo tus pies, la quietud que solo un lugar así de remoto puede ofrecerte, y una punzada de asombro que te recorre desde los dedos de los pies hasta la punta del cabello.
Para vivir esta experiencia sin agobios, mi elección es siempre Mutianyu. ¿Por qué este tramo? Es un equilibrio perfecto: está muy bien conservado, con torres de vigilancia restauradas que te transportan en el tiempo, y es significativamente menos concurrido que Badaling. Para llegar, la forma más cómoda y eficiente desde Pekín es reservar un coche privado o unirte a un tour en autobús lanzadera que te recoja en tu hotel. Si vas por libre, coge un autobús hasta Huairou y de ahí un taxi, pero ten en cuenta que el trayecto puede ser un poco más largo y confuso. Una vez allí, compra tus entradas online con antelación para ahorrar tiempo en las colas.
Una vez que llegues a la base, sentirás esa mezcla de emoción y una ligera anticipación. Para subir, tienes dos opciones principales: el teleférico o el telesilla. Si quieres sentir el aire en tu cara y la libertad de estar suspendido sobre los árboles, el telesilla es tu mejor opción, te lleva directamente a la Torre 6. Si prefieres la comodidad y una vista más panorámica y cerrada, el teleférico te dejará cerca de la Torre 14. Yo siempre opto por el telesilla, me encanta la sensación de ir "volando" y ver cómo la Muralla se va revelando entre la vegetación. Es un momento para respirar hondo y prepararte para lo que viene.
Una vez arriba, tus pies tocarán las piedras frías y lisas de la Muralla. Te sugiero empezar tu caminata en la Torre 6 (donde te deja el telesilla) y dirigirte hacia el este, hacia las Torres 1 a 20. Este tramo es más suave y menos empinado, perfecto para un paseo tranquilo. A medida que avanzas, la Muralla se curva y se eleva, revelando vistas impresionantes. Escuchas el eco de tus propios pasos sobre las piedras, el susurro del viento entre los árboles y, a veces, el lejano murmullo de otras voces. No te apresures. Detente en cada torre, siente la textura de los ladrillos bajo tus dedos, asómate por las ventanas y déjate envolver por la magnitud de la historia.
Mientras caminas, verás cómo la Muralla se vuelve un poco más empinada y, si te atreves, puedes continuar hasta las secciones menos restauradas más allá de la Torre 20, donde la naturaleza ha empezado a reclamar su espacio. Aquí, el silencio es casi absoluto, y la sensación de soledad y grandeza es abrumadora. Si buscas una "ruta sencilla y transitable", mi consejo es que no te obsesiones con llegar a un punto específico. Hay carteles indicando las distancias entre torres, pero no te presiones. Simplemente camina a tu ritmo, disfrutando de las vistas y la sensación de estar allí. ¿Qué saltarse? No te detengas demasiado en las zonas más concurridas al principio. Busca ese rincón silencioso, esa torre donde puedes sentarte un momento y simplemente observar.
Para el final, guarda la que es, para mí, la guinda del pastel: el tobogán de Mutianyu. Sí, has oído bien. Después de toda la caminata, puedes bajar de la Muralla deslizándote por un tobogán de acero. Sientes la adrenalina, el viento en tu cara mientras desciendes por la ladera de la montaña. Es una liberación, una forma divertida y única de terminar una experiencia tan majestuosa. Lo tomas desde la Torre 6 y te lleva de vuelta a la base. Es una sensación de pura alegría, el contraste perfecto después de la solemnidad de la Muralla.
Al final del día, mientras el autobús te lleva de regreso a la ciudad, sentirás el cansancio en tus piernas, pero también una profunda satisfacción. Habrás tocado algo eterno, habrás caminado sobre los pasos de la historia y habrás sentido la inmensidad de un lugar que trasciende el tiempo. La imagen de la Muralla serpenteando entre las montañas se quedará grabada en tu mente, un recuerdo tangible de una aventura inolvidable.
Olya from the backstreets