¡Hola, viajeros! Hoy nos adentramos en el corazón de la academia estadounidense para conocer un monumento icónico.
Frente a nosotros, en el histórico Harvard Yard, se alza la figura de bronce de John Harvard. Sentado con una postura serena y contemplativa, su mirada parece perderse en los siglos de conocimiento que ha presenciado este lugar. La pátina oscura del bronce contrasta con el brillo dorado de su zapato izquierdo, pulido por incontables manos en busca de buena suerte académica. En su regazo, un libro abierto simboliza la sabiduría y el aprendizaje, elementos fundacionales de esta prestigiosa universidad. El detalle de su vestimenta puritana, desde los pliegues de su capa hasta el cuello almidonado, te transporta a una época donde los cimientos de la educación superior se estaban asentando. El aire alrededor de la estatua susurra historias de generaciones de estudiantes, de sueños forjados y de un legado intelectual que sigue vivo entre los edificios de ladrillo rojo que la rodean. Es un punto de encuentro, de reflexión y de un sutil bullicio de cámaras.
Pero más allá de su imponente presencia, la estatua de John Harvard esconde una particularidad que la hace verdaderamente memorable. Los estudiantes la conocen cariñosamente como la "estatua de las tres mentiras". La primera es que no es John Harvard, sino un estudiante modelo de la época. La segunda, que no fue el fundador de Harvard, sino un generoso benefactor que donó su biblioteca y la mitad de su patrimonio. Y la tercera, que la fecha de fundación inscrita en el pedestal es incorrecta. Esta divertida leyenda la convierte en un símbolo de la tradición y el humor académico, un recordatorio de que la historia, incluso la más venerada, siempre tiene sus matices y sus encantos.
Así que ya sabes, la próxima vez que visites Cambridge, no olvides saludar a John Harvard y, ¿por qué no?, frotar su zapato para invocar un poco de esa legendaria suerte. ¡Hasta la próxima aventura, exploradores!