¿Quieres saber qué se *siente* ir a Grand Prismatic Spring? Pues mira, esto es lo que *haces* allí.
Imagina que te bajas del coche y el aire ya es diferente. No es solo el frío de la montaña; hay un matiz, un susurro de algo mineral en el ambiente. Caminas unos pocos metros por un sendero ancho y sientes el asfalto bajo tus pies, luego la gravilla suelta. A lo lejos, ves una columna de vapor que se eleva, blanca y densa, contra el cielo azul. Es como si la tierra estuviera respirando a lo grande. Te acercas y el vapor se hace más espeso, más envolvente.
Cuando pones un pie en la pasarela de madera, el olor a azufre te envuelve suavemente. No es un olor fuerte o desagradable, es un perfume terroso y cálido, como si la tierra misma te estuviera contando un secreto. Caminas despacio, la madera bajo tus pies cruje a veces, y el vapor, denso y cálido, te roza la piel, como una manta húmeda y tibia. Puedes extender la mano y sentir cómo las pequeñas gotas se adhieren a tu piel antes de evaporarse. Escuchas el murmullo constante del agua caliente, un sonido burbujeante y suave que viene de todas partes, como si el suelo estuviera hirviendo lentamente.
Estás rodeado. El vapor es tan denso que a veces no ves más allá de unos pocos metros. Es una sensación extraña, de inmersión total. Sientes el calor irradiando desde el suelo a través de la pasarela. A través de las cortinas de vapor, captas destellos de algo increíblemente brillante: rojos profundos, naranjas vibrantes, amarillos intensos. Son las bacterias termófilas creando una paleta de colores viva y cambiante. Es como estar dentro de una obra de arte natural, donde cada paso te revela una nueva pincelada de color y una nueva ráfaga de calor y vapor.
Para esta parte, la de la pasarela, lleva una chaqueta que puedas quitarte o ponerte fácilmente; el aire puede ser frío, pero el vapor es cálido. La pasarela es llana y apta para todos, incluso sillas de ruedas y carritos. Te tomará unos 30-45 minutos recorrerla con calma, deteniéndote a sentir y escuchar. No hay baños aquí, así que planifica.
Después de sentirlo tan de cerca, querrás verlo desde arriba, ¿verdad? Hay un sendero que sube suavemente por el bosque, el Fairy Falls Trail. Sientes el crujido de la gravilla y las raíces bajo tus botas. El olor cambia, es a pino y tierra húmeda. Escuchas el canto de los pájaros y el viento susurrando entre los árboles. Es una subida constante pero no agotadora, y te da tiempo para reconectar con la naturaleza salvaje de Yellowstone.
Cuando llegas arriba, el viento te golpea un poco, y de repente, ahí está. La vista te golpea, una inmensidad de colores que se despliegan como un abanico gigante. Sientes la amplitud del espacio, el aire fresco en tu cara. Desde aquí arriba, el vapor ya no te envuelve, sino que se eleva desde la superficie de la poza, creando una niebla etérea que baila sobre los colores. Puedes distinguir cada capa: el azul profundo del centro, los verdes esmeralda, los amarillos dorados y los rojos óxido que se desvanecen hacia los bordes. Es un espectáculo visual tan vasto que casi puedes sentir su vibración.
El sendero hasta el mirador es de 2.5 km ida y vuelta. Aunque es una subida suave, lleva agua y calzado cómodo. La mejor hora para ir es a media mañana o a media tarde, cuando el sol está alto pero no directamente sobre ti, para que los colores se vean más vibrantes y el vapor no sea tan denso como para ocultar la vista. El aparcamiento para este sendero se llena rápido, así que ve temprano o prepárate para esperar.
Y eso es, en esencia, lo que *haces* y *sientes* en Grand Prismatic Spring.
Olya from the backstreets